RICOBLOG

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jueves, 31 de marzo de 2011

VALORES - IX (FIDELIDAD)

Fidelidad es lealtad. Una persona fiel o leal es aquella que se mantiene constante en sus afectos o en el cumplimento de sus obligaciones. Fiel es aquél que no defrauda la confianza que se deposita en él. La fidelidad limita con la gratitud, la persona leal ha recibido un bien de otro y no olvida. Es la virtud de la memoria o la memoria como virtud. Afortunado aquél que puede dar sin recordar y recibir sin olvidar.
La fidelidad precisa de la memoria pero también de la voluntad, porque la fidelidad es también virtud de permanencia, de constancia. En un mundo donde todo cambia, donde todo fluye, donde nunca el mismo hombre se baña en el mismo río, sólo es posible mantenerse en lo mismo gracias a la memoria voluntaria que es la fidelidad.
Conviene recordar que los valores pueden dividirse en dos grupos: unos son aquellos valores que son buscados y queridos por sí mismos, no por algo distinto de ellos, como por ejemplo: la amistad o el amor. Otros valores, en cambio, sólo son medios o instrumentos para obtener valores más importantes. En este segundo grupo se encuentran por ejemplo: el sacrificio o la superación.
¿Dónde se coloca la fidelidad? ¿En qué grupo podemos situarla? La fidelidad no es un valor que se mire a sí misma, que se quiera porque sí, sin más: es un valor instrumental.
Se es fiel a un amigo, a la pareja, a la empresa donde se trabaja, a su país, a la humanidad, a una mascota, etc. Pero la fidelidad acompaña a otros valores que definen al hombre en su núcleo central, para el bien o para el mal. Porque también hay personas que son “fieles” a un jefe mafioso, al chantajista que propone negocios deshonestos, a la cita puntual para vender droga, etc.
En estos casos la “fidelidad” queda deformada, dramáticamente, hacia vicios y males que son capaces de dañar a los demás y de destruirnos, poco a poco, a nosotros mismos. Por tanto, existen dos fidelidades. O, mejor, una fidelidad auténtica, al servicio del bien, y una caricatura de la fidelidad, siempre deformada por la mentira, la avaricia, el robo o el crimen.
Si uno ama de verdad a su familia, a sus amigos, a sus compañeros de trabajo, sabrá ser fiel a sus compromisos. No quiere ser fiel porque sí. Quiere ser fiel para dar “la respuesta” a aquellos a los que debe algo, a los que quiere ayudar, a los que aprecia en lo más profundo de su corazón. Y es que conforme más débil es el amor, menor es la fidelidad. Las traiciones matrimoniales responden de un modo bastante exacto a esta ecuación.
La fidelidad en el ámbito de la pareja se une a exclusividad. No es así en otros ámbitos como en la amistad, donde ser fiel a un amigo no significa tener un solo amigo; o en el de las ideas dónde ser fiel a una idea no es afortunadamente tener una sola. Pero, ¿qué es ser fiel a la pareja? Espero que nadie exija la ausencia de deseo por cualquier otro hombre o mujer. Ya hablaremos un día de los sueños inconfesables, y es que no creo posible eso de “hasta en sueños te he sido fiel”. Una pareja no es pareja sólo porque mantengan relaciones sexuales o porque vivan juntas. La pareja es algo muy valioso y por eso no puede fundamentarse en la pasión, eso sería confiarla a algo demasiado efímero y que casi siempre declina. En el amor no se trata de encontrar a alguien con quien vivir, sino de encontrar a alguien con quien no se puede dejar de vivir.
Pero la verdadera fidelidad está en crisis porque quizá hemos dejado de vivir a fondo el amor. Parece que ser fieles es cosa de tontos o de débiles. Parece que ser constantes en los valores verdaderos es señal de fracaso y de falta de realismo.
Mientras unos siguen viviendo “felices” con sus trucos, sus engaños y sus placeres de ocasión; otros, los que son fieles, los que aman, dejan una huella que no nos puede dejar indiferentes.
Pero desde luego, una de las peores consecuencias de la falta de fidelidad o lealtad se puede ver en el rostro de los que luego se arrepienten y ya nada pueden hacer. Los rostros de los infieles y de los engañados llevan una marca de amargura muy difícil de borrar, por ello, creo que es preferible vivir en completa integridad.

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