Vengo de un periodo de tiempo de nervios, aceleración y una persecución permanente de una u otra cosa; sin descanso y con la sensación de correr detrás de una zanahoria, sin llegar a donde pretendía, pero con una clara recompensa ¡Insatisfacción! Por eso creo que ha sido una suerte la ocurrencia de escribir una serie dedicada a los “Valores”, valores morales que yo denominaba buenos, porque sin darme cuenta me he visto inmerso en un proceso de reflexión sobre aspectos nada materiales.
¿Mi locura? Simplemente pretender avanzar tan rápido como el mundo, la velocidad del desarrollo tecnológico y los avances en medicina, nos proporcionan cada minuto una “mejor” vida, y es que, en general, damos por sentado que en la actualidad tenemos mejor vida, sin ser conscientes que el vertiginoso desarrollo tecnológico nos lleva a descuidar nuestro desarrollo espiritual, nuestro crecimiento personal.
Esa loca carrera por el día a día nos proporciona algunos trofeos como insatisfacciones, frustraciones y a veces tristeza, confundimos la felicidad con la posesión por lo que dedicamos nuestros esfuerzos a “tener” y en plena era de la comunicación con telefonía móvil e Internet, se nos ha olvidado decir “te quiero” a hijos, padres y amigos, y lejos de comunicarnos eficientemente, apenas palabreamos, faltan conversaciones y eso hace las relaciones personales más distantes; el trabajo lleva muchas horas cada día a los padres y los hijos pasan más tiempo delante del ordenador que con sus padres o amigos.
La violencia, el rencor, el odio, la injusticia, la frustración, la tristeza son los ingredientes de una receta para un guiso desalentador, hemos convertido el mundo en una olla a presión repleta de desigualdades, inclemencias y guerras, hay millones de personas que sufren y pasan hambre, proclamamos que nos sobrecoge pero nuestra locura, nuestra carrera, nuestra guerra particular nos impide intentar cosas para que algo cambie y por ello, aunque digamos lo contrario, las consecuencias son idénticas a que el dolor de los demás no nos importe o que cerremos los ojos ante lo que les pasa al resto.
Muy pocas personas, si es que hay alguna, necesitarían pensar antes de responder con un rotundo SI a ciertas preguntas, preguntas del tipo: ¿Te gustaría un mundo sin guerras? ¿Querrías un mundo donde nadie pasase hambre? ¿Harías desaparecer la desigualdad y la discriminación?, etc., la respuesta sería siempre contundente y afirmativa pero hay una pregunta bastante más difícil de responder, al menos hacerlo con absoluta sinceridad ¿Y qué haces para ello?
Cambiar el mundo suena a utopía, yo desde luego no lo pienso ni intentar, pero cambiar cosas en uno mismo parece bastante más asequible, aunque no sea fácil, y eso si me lo he propuesto, voy a trabajar para "moldear" mis valores, mi forma de juzgar a los demás, como potenciar una escucha empática, etc., y si algo cambia en mí, algo cambia en el mundo, por insignificante que sea; y si llegásemos a ser muchos los que lo hiciésemos seguramente estaríamos realizando una gran contribución a la humanidad, restituyendo lo que nosotros mismos hemos sustraído.
Para mí va a ser como el regalo del “amigo invisible” ¿Te apuntas?
Te propongo la Meditación... La única forma de cambiar el mundo es cambiarnos nosotros, sorprendentemente todo lo de fuera se transforma.
ResponderEliminarUn abrazo!
Gracias por tu propuesta, por mi parte tengo la sensación de que la meditación no debe andar muy lejos de la reflexión y éste es un ejercicio que últimamente practico muy a menudo.
ResponderEliminar¡Un largo abrazo!
Desde mi punto de vista para la reflexión utilizamos la mente y para la meditación la ponemos a descansar.
ResponderEliminarMás abrazos!
Entonces haciendo caso a "El Nómada" que está claro que entiende sobre esto, primero haremos meditadión para tenerla descansada y poder reflexionar bién, pero después de ésta, habrá que hacer otra vez meditación, ya que a mi la reflexión me deja agotada la mente e incluso el cuerpo.
ResponderEliminarHay que intentarlo, si. No, no, como diria Jose, hay que hacerlo.....
Gracias "compi" ensayaremos lo del descanso de la mente. Y sí Mabel "El Nómada" entiende bastante de esto, de hecho pasa largas temporadas en la India, practicando estos menesteres.
ResponderEliminarHola! Meditando bien no hay que preocuparse mucho de reflexionar, se conecta con la sabiduría interior, que todos tenemos dentro. Y esta supera con creces a la mente y a cualquier reflexión que de ella salga. Así que, Mabel, te ahorras el agotarte...
ResponderEliminarNo se si estan fácil de hacer como se lee en tus comentarios, pero reconforta la serenidad con que lo haces, desde luego lo voy a intentar.
ResponderEliminarGracias y abrazos.
Si ncesitas ayuda en algún momento y crees que te la puedo proporcionar, ya sabes donde estoy (bueno, donde estoy a veces). Un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias, se que puedo contar contigo.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Si, ya se que va a la India y lo practica, he estado viendo su blog (muy interesasnte).
ResponderEliminarGracias a los dos.
Gracias a tí.
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