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miércoles, 11 de julio de 2012

¡NO HAY DOS SIN TRES! Más allá de "La Roja"


No es difícil escuchar y en estos últimos días lo hemos padecido de forma intensa, incluido en versión musical, la expresión “No hay dos sin tres” cuando de forma estricta debería formularse de manera inversa, es decir, “No hay tres sin dos”, pero yo nunca la he escuchado en lo que considero serían sus términos correctos. ¿Por qué? No debiera parecer difícil admitir que nunca existiría el tres sino hubiera previamente “uno y dos”.
La expresión “No hay dos sin tres” para generaciones de corta edad y conforme a los recientes días vividos, podrían entenderla como un eslogan acuñado desde una campaña marketiniana para promocionar a nuestra selección de futbol cara a la Eurocopa 2012 “La Roja”; pero no, esta expresión proviene de la escuela Pitagórica, formulada hace cientos de años y que en forma de refrán trata de establecer el teorema de que una dualidad es un ciclo inacabado.
En este axioma se identifica el “uno” como la causa y el “tres” como el efecto, el “dos” es sencillamente la reacción de  la causa de la que inevitablemente surge el efecto. La escuela Pitagórica integrada fundamentalmente por astrónomos, músicos, matemáticos y algunos filósofos creía que todas las cosas eran, en esencia, números y que ninguna manifestación existía si en ella no había una trinidad, o dicho de otra manera todo es resultante de una dualidad generadora, por lo que si hay dos inevitablemente surge el tres.
Si este principio fuese cierto tendríamos que admitir que cuando dos personas forman una pareja, de forma inevitable, deberán tener un hijo o uno de ellos tendrá un amante “No hay dos sin tres”, pero en la pelea dialéctica del refrán también encontramos: “Tres son multitud”, “A la tercera va la vencida”, “No le busques tres pies al gato” o “A vivir que son dos días”, seguro que rebuscando se pueden encontrar algunos ejemplos más, pero creo que estos son suficientemente ilustrativos de la arbitrariedad de opinión.
Expresiones, como las que nos ocupa desde el principio, presentan la suficiente vaguedad como para admitir diferentes interpretaciones; pero si hemos sido capaces de inventar la ambigüedad también hemos descubierto su antídoto para cuando alguna de las frases hechas no nos funciona: “¡La excepción confirma la regla!”, que originalmente en latín decía “exceptio probat regulam” cuyo significado es: “la excepción pone a prueba la regla” y que desde luego no la confirma, pero es evidente que su significado original no podía cumplir con la pretensión de justificar un juicio inexacto y la fuimos adaptando a nuestra conveniencia.
También es cierto que contamos con la SEMÁNTICA como ciencia que estudia el significado de las palabras, pero no lo es menos que estas cambian con los hábitos y adoptan nuevas formas; estas desviaciones, que modifican el sentido original de las mismas, en ocasiones envían un mensaje que difiere del original o que llegan a desdibujarse tanto que permiten un sinfín de interpretaciones.
Y no digamos nada de esas “frasecitas” que a veces construimos, en apariencia sencillas pero que resultan ser de lo más artificiosas. Frases como:
“…O algo así”: Tu le dices a alguien “llevo un par de días con un fuerte dolor en la espalda” y te responde “puede ser un golpe o algo así”, ¿Qué es “o algo así”? Algo es un pronombre que implica una causa no determinada o que se pretende no determinar y que desde la preocupación de tu malestar te puede generar una considerable incertidumbre ¿Pretende decirte que puede ser algo grave?
“¿Sí o qué?”: Le comentas a otra persona “Este fin de semana no estaré en Madrid” y su comentario es ¿Sí o qué? Puede estar admitiendo que realmente no estarás en Madrid o se está cuestionando que puedes tener otros planes distintos a los que expresas. ¿Desconfianza…, por qué?
“Si eso…”: Sientes una inclinación especial por alguien y en un arrebato de atrevimiento le dices, “Me gustaría invitarte a cenar” y te responde, “Genial, si eso ya te llamo yo”. Madre mía, suena a frase lapidaria ¡Sí eso ya te llamo yo! ¿Qué es “si eso…”? Después de una respuesta así mis expectativas de ir a cenar se situarían bajo mínimos.
Muletillas o expresiones frecuentes en nuestro día a día que probablemente respondan a la voluntad de no ser totalmente sinceros, de no decir abiertamente lo que pensamos. Abrirse de verdad puede hacernos pensar que facilita nuestra vulnerabilidad, pero no hacerlo nos impide percibir a los demás como son, o al menos como creemos que son.
Yo acabo de decidir excluir de mi vocabulario expresiones como: “La excepción confirma la regla”, “No hay dos sin tres”, “…O algo así”, “¿Sí o qué?” o “Sí eso…” y cualquier otra que me parezca perteneciente a la misma familia.

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