Cuando uno escucha una expresión del tipo “accidente fortuito” solemos decir que es una redundancia ya que, intrínsecamente, los accidentes son fortuitos, de otra manera y desprovistos de su esencia no serían accidentes; y decimos redundancia cuando gramaticalmente lo que estamos es haciendo uso de una figura como el PLEONASMO, pero parece que este es un término alejado de la forma de expresarse que pudiésemos calificar como de “corriente” o “familiar” y presumiblemente nos etiquetarían de “repipis”.
Pero la realidad es que el uso del pleonasmo es bastante frecuente, incluso espontáneo utilizándolo sin darnos cuenta, y como prueba veamos el que nos ofrece la propia RAE cuando en la cuarta acepción de “victima” da la definición de “persona que muere por culpa ajena o por accidente fortuito”.
Sin embargo, redundancia y pleonasmo se diferencian por un pequeño matiz; mientras que redundancia podríamos decir que consiste simplemente en la repetición o uso excesivo de una palabra o concepto, mediante el pleonasmo la pretensión reside en la intención de utilizar uno o más vocablos, innecesarios, para añadir expresividad a lo que se dice, y esto, a veces lo hacemos incluso desde la inconsciencia. Algunos ejemplos, por habituales, que me vienen a la cabeza son:
“Actualmente en vigor”: Es evidente que algo que está en vigor, “rige, es válido, en ese momento”.
“Aterido por el frío”: Aterido es “entumecido por el frío”.
“Beber líquido”: Beber significa “ingerir líquido”.
“Buena ortografía”: Ortografía quiere decir “correcta escritura”.
Y como estos, un sinfín de ellos de nuestro lenguaje cotidiano, en el que mediante el pleonasmo buscamos la fuerza, la expresividad, incluso facilitar la visualización del concepto que esgrimimos.
Pero esa búsqueda de la contundencia lingüística, de ese deseo de representar nuestras ideas y mensajes nos puede llevar a caer en otro fenómeno lingüístico como es el DATISMO. El datismo se produce cuando el pleonasmo reincide, cuando insiste de forma repetida cayendo en la reiteración por utilización exagerada, o cuando menos excesiva, de términos con interpretación semejante, “este acto lingüístico se denomina, nombra, declara, designa o llama datismo”, esto ya debería ser suficiente como ejemplo pero citemos otro nada improbable de escuchar, incluso de pronunciar: “¿Por qué causa, motivo, razón o circunstancia digo todo esto?”.
El tercer fenómeno lingüístico que quiero abordar es el oxímoron (mi tendencia ha sido siempre la de acentuarla como una palabra aguda, pero he constatado en el DRAE que, contra mi tendencia, se trata de una palabra esdrújula, me cueste el esfuerzo que me cueste). El oxímoron es lo contrario del pleonasmo. Consiste en armonizar dos conceptos opuestos en una sola expresión, formando así un tercer concepto, pero dado que el sentido literal de un oxímoron es absurdo, la pretensión de su uso es la de provocar en el interlocutor la búsqueda de un sentido metafórico.
En definitiva, un oxímoron es una figura retórica que consiste en asociar dos palabras de sentido contrario, buscando, quizá, un buen sentido, provocar ciertas emociones, lo cierto es que dejan un amplio margen a la diversidad de percepción, y es que no tienen que significar lo mismo, para todo el mundo, expresiones como:
“Vista ciega”, “luz oscura”, “gloria triste”, “vida muerta”, “hielo abrasador”, “fuego helado”, “silencio atronador”, instante eterno”, delicias amargas”, “bajos subidones”, “inteligencia militar”, confieso que el que más me llega, incluso a provocar una curiosa sonrisa, es el último de los ejemplos.
Inteligencia militar !! jajajaaaaAAA!!
ResponderEliminarmuy bueno el articulo. cabe aclarar que el plural de la palabra oxímoron es aceptada solo como: "los oxímoron" u "oximoros" pero no oxímorones. saludos
ResponderEliminarGracias por la definición y ejemplos de oxímoron.
ResponderEliminar“Amplio consenso” es otra de esas denominaciones miméticas que se ha extendido y que contiene un primer término que contradice el segundo, en todo caso induce a creer que quien lo dice no entiende el significado del segundo es una frase muy en boga en el vocabulario político, que como es reconocido es uno de los vocabularios que mas contribuye a la malversación del lenguaje publico. No llega a pleonasmos aunque por lo bajini trata de inducir. Consenso no es amplitud en todo caso totalidad. Cuando hablamos de total consenso nos pasamos por que el consenso o es total o no lo es.
ResponderEliminarHablar de amplitud en un consenso es no entender que se consensúa con el acuerdo total de las partes, no con una una amplia mayoría de ellas. puedes decir “lluvia mojada” o “desierto seco” sin que tomen por tonto, solo por redundante por hablar mas de la cuenta, pero al hablar de amplitud en un consenso es no entender el significado de consensuar, en el que todas las partes y no la mayoría de ellas adoptan un acuerdo. Una segunda acromatizan que se les escapa a políticos y periodistas que sobreabusan de esa frasecita (vease la caratula de El progreso de hoy en Galicia) y van de listillos es que el consenso de los que tratan un negocio, sea negociando una ley o una partida y transacción productivo-comercial de lo que sea, no implica el consenso de quienes reciben su impacto social. Todos los partidos poiticos en un aprlamento pueden consensuar lo que les venga en real gana y no por ellos presumir de que toda la sociedad va a consensuar su pacto. Si hay tantos problemas entre el marco legal y los habitantes de su campo de aplicación es porque una parte de estos siguen sin consensuarla (sin sumarse al consenso de magnatios) por años de tradición que tenga una norma. Hablar de “amplio consenso” camufla mas un oxímoron, en el que al pensar que el consenso es eso que dice una amplia cantidad de los presentes hablando un tema crea un tercer significado que no tiene nada que ver con mayoria ni con unanimidad. Amplio consenso hay que entenderlo como la argucia de los que mandan para conseguir el máximo de apoyo a lo que dicten.JesRICART