En la actualidad es relativamente fácil percibir un generalizado “encogerse de hombros”, un “bueno, es igual; total… ¡Qué más da!” A mí me parece un singular reflejo de una crisis actual de valores, una época de desaliento, un cierto desencanto y confusión, quizás por promesas incumplidas, por una presumible falta de horizontes y más que probablemente por una preocupante ausencia de dichos valores en los procesos educacionales desde la infancia.
Creo que estaremos de acuerdo en que no todo da igual, ¿Es lo mismo la responsabilidad que la irresponsabilidad? ¿Es lo mismo la gratitud que la ingratitud? ¿Es lo mismo el egoísmo que la generosidad? Admito sin discusiones la relatividad de las cosas, pero también estoy seguro que no nos supondría una gran dificultad ponernos de acuerdo y enumerar una serie de atributos o conductas que mayoritariamente convendríamos calificar de valores buenos.
Los valores son la convicción firme y razonada sobre la bondad o no de algo y enseñan al individuo a comportarse como persona pero, para que pueda apreciarlos debe ser educada en ellos, yo incluso llegaría más lejos, creo que hay que llegar a obligar a su cumplimiento para propiciar hábitos, considero preferible educar en los deberes que en los derechos, estos se aprenden solos.
Los valores reflejan la personalidad de la gente y son la expresión de su tono moral, cultural, afectivo y social marcado por la familia, la escuela, las instituciones y la sociedad que nos haya tocado vivir.
Yo he llegado a enumerar 20 conductas que considero valores morales buenos (véase tabla anexa); seguro que algunos pensarán que no están todos, yo también, pero es improbable que alguien piense que no todos los que están lo son. La enumeración ha sido estrictamente alfabética y es que en este caso, más que nunca, cobra razón la propiedad conmutativa por la que podemos afirmar sin temor que “el orden de los factores no altera el producto”. Además no son conductas estancas sino que en muchos casos actúan de forma transversal y se solapan o complementan, por ejemplo, sería difícil imaginar generosidad sin solidaridad o sin bondad.
Los valores, una vez interiorizados, nos permitirán responsabilizarnos de nuestros actos y aceptar sus consecuencias. Facilitan la relación madura y equilibrada con el entorno, con las personas, acontecimientos y cosas, proporcionándonos un poderoso sentimiento de armonía personal.
En algunas de mis anteriores entradas a este Blog ya he abordado, de forma más o menos directa, algunos de estos valores, ahora tengo la intención de ir profundizando en todos ellos y dado que no tengo ningún orden preconcebido para hacerlo, no tendré inconveniente alguno en atender cualquier petición o sugerencia que pueda recibir, en relación con el interés por un determinado valor, esté o no en la lista editada, bien mediante un comentario en el Blog o bien mediante correo electrónico a maslider51@hotmail.com
Me interesa el valor de "autenticidad"
ResponderEliminarmuchas gracias esto me sirbio mucho
Eliminary hasta mi hermanita
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