RICOBLOG

RICOBLOG

martes, 8 de marzo de 2011

COCINANDO COACHING: “MENÚ DESARROLLO”

Un proceso de coaching solo tiene sentido si se persigue un resultado excelente y este solo se puede lograr si se cuenta con los ingredientes adecuados y se trabaja correctamente con ellos; tal vez suene a “receta de cocina” pero lo cierto es que en efecto se dan grandes similitudes.
Desde luego no me causa ningún problema confesar que no tengo nada que me acerque a ser un “chef” a pesar de que últimamente me haya aficionado bastante a la cocina y haga mis “pinitos” en ella, lo que si he aprendido es que la idoneidad de los ingredientes, hábilmente trabajados, condiciona el resultado.
Si finalmente decidiésemos hacer un paralelismo entre “coaching” y “cocina” deberíamos convenir que el rol del cocinero deberá ser desempeñado por el “coach” quien precisará de las capacidades adecuadas, que los ingredientes a “coachear (cocinar)” deberá aportarlos el “coachee” y que los recipientes en los que cocinar serán proporcionados por la “organización” si estamos en el caso del coaching profesional.
¿Cuáles son las capacidades del “coach” o cocinero de nuestro “menú desarrollo”? Son tres: La dedicación, la paciencia y determinadas habilidades.
La dedicación aportará la dosis de interés precisa y sincera que posibilitará al coaching como una verdadera herramienta de desarrollo, tanto personal como profesional, según el ámbito elegido.
La paciencia permitirá adoptar el ritmo adecuado a la velocidad de cambio del “coachee”, cada proceso es diferente y ello hace que la velocidad de cocción no sea siempre la misma.
Habilidades; no se puede dominar una cocina sin desempeñar adecuadamente determinadas técnicas como cortar, picar, pochar, salpimentar, gratinar, etc., ni se puede ejercitar un correcto coaching sin dominar técnicas adecuadas para generar contexto, saber preguntar, escuchar adecuadamente y de forma activa, poseer capacidad de observación, reformular, etc.
La fórmula de proporciones de ingredientes que debe aportar el “coachee” es muy sencilla, son cuatro los ingredientes y habrán de presentarse a partes iguales, es decir un 25% de cada uno de ellos, el “menú desarrollo” precisa de: Compromiso, implicación, responsabilidad e interés.
Sin compromiso con el objetivo marcado la salsa quedará espesa en exceso.
Sin implicación el resultado será soso.
Sin responsabilidad el riesgo de que se “agarre” es elevado.
Sin interés no habrá posibilidad de cambio y una vez más el menú saldrá “espeso, soso y agarrado”.
El cocinero “coach” solo puede trabajar con ingredientes como los indicados, esto quiere decir que solo puede trabajar con personas sanas y que si detecta cualquier tipo de patología (lo cual es posible) debe derivarla inmediatamente al terapeuta correspondiente.
Por último, la idoneidad de los recipientes en los que cocinar solo tienen un significado de interés en el caso del coaching profesional promovido por la empresa; sí estamos en un coaching por iniciativa personal, con independencia de que la proyección sea profesional o no, el “coach” tiene los recipientes adecuados para elaborar el menú, sin embargo cuando el coaching lo es por iniciativa o mandato de la empresa, los recipientes a utilizar precisan disponer del adecuado respeto y contexto:
Respeto: A los acuerdos pactados sobre el proceso.
Contexto: Generando las condiciones para garantizar el éxito del proceso.
Ya tenemos todo lo necesario, pero la elaboración de un plato como “menú desarrollo” requiere del “toque” del cocinero y de su pericia en los momentos críticos.
El primer momento crítico del proceso es el inicial: Generar el contexto adecuado junto con transmitir credibilidad y confianza por parte del “coach” conforman la base (los cimientos) de todo lo que acontecerá en el proceso.
Otro momento importante es la definición ¿Cuál es el objetivo que quiere alcanzar el “coachee”? Normalmente el objetivo no está claro o detrás del mismo existen otras situaciones que ocultan la verdadera razón. La capacidad y habilidad para hacerla aflorar marcará el camino y el éxito del proceso.
Establecer el "Plan de acción" y su desarrollo es el fin último del proceso: Lo qué desea conseguir el ”coachee” (objetivo), medios de los que disponemos, fortalezas, posibles obstáculos y su tratamiento, es decir,  “LA RECETA”.
Las creencias limitadoras, los juicios y las opiniones son un obstáculo a vencer. Identificar estos aspectos y trabajarlos ponen a prueba las capacidades y habilidades del “coach”, aquí estamos hablando de cuándo y cuanto hay que utilizar para un buen condimento.
En definitiva, la capacidad de alejar al “coachee” de su zona de "confort" abrirá las posibilidades del mismo de entrar en nuevas zonas de aprendizaje, nuevas texturas, nuevos sabores y más y mejores respuestas para todos los paladares.
El “coach” eficiente es aquel que reúne una serie de habilidades y capacidades orientadas al proceso, al “coachee”, y (si cabe) a la organización: autoconocimiento personal, flexibilidad, capacidad de comunicación, congruencia, conocimientos, experiencia, orientación de servicio. y valores (honestidad, compromiso, integridad, responsabilidad, respeto, confianza, transparencia...).
¡Os deseo buen provecho y que consumáis muchos “menú desarrollo”!

No hay comentarios:

Publicar un comentario