Hace poco leí: “La soberbia consiste en concederse más méritos de los que uno tiene. Es la trampa del amor propio: estimarse muy por encima de lo que uno vale. Es falta de humildad y por tanto, de lucidez. La soberbia es la pasión desenfrenada sobre sí mismo. Apetito desordenado de la propia persona que descansa sobre la hipertrofia de la propia excelencia. Es fuente y origen de muchos males de la conducta y es ante todo una actitud que consiste en adorarse a sí mismo: sus notas más características son prepotencia, presunción, jactancia, vanagloria, situarse por encima de todos los que le rodean”.
Esto que leí me hizo pensar que también es el factor desencadenante de la “Broncemia”.
¿Pero de qué se trata eso de la Broncemia? Pues es el depósito o acumulación de bronce en el cuerpo.
Un polímero, el hipersulfato de bronce (o algo que pueda resultar similar), va adueñándose poco a poco del sujeto hasta que la persona cree ser una estatua olímpica e inmarcesible. La lesión da comienzo en los pies, dificultando la marcha, por lo que el paciente se traslada con lentitud, con solemnidad. El individuo broncémico no camina: se desplaza majestuosamente. Dado que el bronce va depositándose desde los pies hasta la cabeza, con cierta sagacidad se puede descubrir el nivel que ha alcanzado la afección mediante un suave papirotazo que produce un “retintín” metálico característico. Paso por alto los signos y síntomas de la presencia de bronce en los distintos órganos, que dejo a la viva imaginación de cada uno.
Al comprometer las cuerdas vocales, la voz se torna engolada y el lenguaje también.
Cuando el bronce invade los ojos, estos adquieren la “mirada interestelar” dirigida al infinito, imposibilitando al paciente distinguir lo que le rodea. En la cadena de huesecillos del oído se produce la “sordera valvular”: se oye sólo desde adentro y se rechaza el sonido exterior, en particular las opiniones distintas a las propias. Al llegar al cerebro, el bronce ataca difusamente todas las neuronas, con lo que el enfermo se cree prócer, soberano, infalible.
Cuando el grado alcanzado por la Broncemia es total, la persona pasa a ser útil solo en dos circunstancias. Una puramente ornamental, si la estética del broncémico lo permite, o cómo receptor del excremento colombófilo, es decir, “¡qué le caguen las palomas!”.
Esta dolencia es grave e incurable. Y lo peor, hay quienes afirman que es altamente contagiosa en círculos cerrados. Sin embargo, un tratamiento intensivo podría, al menos, detener la marcha de la enfermedad.
¿Cómo prevenirla? Hay que estar atentos a su síntoma más precoz: la pérdida de la capacidad de sonreír.
Interesante "Don Rico". Tengo noticias de tu blog y lo sigo. Espero que mantengamos la capacidad de sonreir y no caer en la Broncemia. Y peor aun, tener "broncemia" y no ser consciente de ello.
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ResponderEliminarEn efecto Sr. Bulnes, deseemos no caer en ella, pero sobre todo deseemos no caer sin ser conscientes de ello.
ResponderEliminarComo sabes, ahora tengo bastante tiempo libre, o sea que si necesitas algo de mi cuenta con ello.
Namaste amigo. Interesante la broncemia... conozco enfermos. El problema es que es muy contagioso poque hay quien no l considera enfermedad sino superpoderes...
ResponderEliminarNo sé si conoces mi blog: http://historiasdelnomada.blogspot.com. Creo que también te gustará.
Un abrazo fuerte
PD: ¿Qué es eso del tiempo libre?
Hola Alfredo
ResponderEliminarMe ha encantado recibir tu mensaje e iré por partes:
En tus comentarios sobre la Broncemia estoy de acuerdo.
Tu Blog no lo conocía pero ya he tomado nota para visitarlo.
Y por último lo de "tiempo libre" es que me he (o me han)prejubilado y ahora solo tengo que pensar en mi, que no me parece poco con el futuro que nuestra clase política nos dibuja, pero esa es otra historia.
Un abrazo y cuando andes por Madrid a ver si nos vemos.