De manera habitual formulamos afirmaciones que podrían parecer similares cuando en realidad son profundamente distintas. Veámoslo con un ejemplo: “Ayer estuvo lloviendo toda la tarde” o “Ayer fue un día horrible”. En el primer caso estamos hablando de un “hecho” pues es algo objetivo y contrastable, o llovió o no llovió. En el segundo caso no se da una situación contrastable, habrá personas para las que un día lluvioso resulte agradable, por tanto estamos ante una opinión, es un “juicio”, un punto de vista, y por ello algo subjetivo.
En nuestra forma de hablar cotidiana y habitual, formulamos constantemente sentencias de este tipo, donde algunas son hechos contrastados y objetivos, pero otras muchas son juicios subjetivos.
Esto nos lleva frecuentemente a expresar nuestras opiniones como si fueran datos objetivos y universales, dando por sentado que cualquier otro OBSERVADOR vería lo mismo que nosotros vemos (en coaching, toda persona es un “observador” con su forma de ver las cosas, si cambia su punto de vista cambiará como ve esas cosas sobre las que ha modificado dicho punto de vista).
Los juicios suelen provenir de una creencia, lo que les puede conferir la condición de “válido o inválido” nunca la de “verdadero o falso” condición propia de los hechos, un juicio crea una realidad que sólo existe en el lenguaje, sin necesidad de que resulte ser una realidad. Los hechos hablan de los demás, los juicios hablan de uno mismo. “Cuando Luís habla de Elisa, sabemos más de Luís que de Elisa”.
Los juicios se generan en el pasado (creencias y experiencias), se emiten en el presente (hago una declaración sobre mi opinión) y diseñan el futuro (sin duda condicionarán mis conductas futuras e incluso puede llegar a condicionar las conductas de otros, si dan mucho crédito a mis juicios). Los hechos se manifiestan de forma permanente con independencia de los juicios.
El mismo hecho genera juicios diferentes como en la siguiente historia:
Dos vendedores de zapatos fueron mandados a un país extranjero:
El primero manda un mensaje a la compañía diciendo:
-”Cancela el pedido, estoy por regresar, aquí la gente no usa zapatos”.
-”Cancela el pedido, estoy por regresar, aquí la gente no usa zapatos”.
El segundo manda un mensaje a la compañía diciendo:
-”Dobla el pedido, no hay nada de competencia.”
-”Dobla el pedido, no hay nada de competencia.”
El hecho está claro, la gente iba descalza, pero el juicio que genera en cada vendedor es diferente.
Las personas positivas siempre están dispuestas a sacar ventaja de cualquier evento (suceso o hecho) y lo logran ¿por qué? Porque sus mentes están entrenadas para estar por encima de las circunstancias y no permiten por ninguna razón perder el control.
Hay situaciones que las podemos calificar como hechos, tales como la lluvia, la temperatura, la celebración de una fiesta, las horas punta en circulación, etc. Aún así la magnitud del hecho solo la determina nuestro pensamiento y el cómo percibamos y toleremos dicha situación. Por ejemplo, alguien que está acostumbrado a vivir en una zona fría puede decir que el día resulta caluroso mientras otro dirá que es terriblemente frío, ¿quién tiene la razón?
Vemos muchas cosas que podemos considerar como hechos porque todos hemos decidido aceptarlos como tal, si vemos una jirafa es poco probable que alguien insista en que es un caballo, es un hecho que es una jirafa, así todos los días nos enfrentamos a miles de circunstancias universalmente aceptadas, pero lo importante es la forma en que nosotros vamos a interpretar esa información, o sea el juicio que nos hagamos, porque no todas las circunstancias responden a hechos universalmente aceptados.
Si los hechos se presentan de forma no esperada entonces es recomendable emitir buenos juicios para remediar la situación, cuando uno observa las historias de éxito se da cuenta que lograr triunfos no significa no caer sino levantarse y seguir hasta lograr la excelencia.
Conviene recordar que los juicios solo recaen en uno mismo, ¡saquémosle provecho! A medida que emitimos juicios positivos nuestra mente, inconsciente, entiende el fuerte deseo de mejora que perseguimos en determinadas áreas y se alinea con ese esfuerzo de mejora, en general las personas somos “puro poder”, solo necesitamos descubrirlo.
Super interasante!Es psicología pura...Echa un vistazo a "La terapia Racional Emotiva" de A. Ellis y a la "Terapia Cognitiva" de Beck. Hablan de todo eso...tu manera de percibir los hechos son los que te provocan las emociones y esto a su vez condiciona tu conducta.
ResponderEliminarEn primer lugar gracias por tus recomendaciones, aunque tengo un matiz.
ResponderEliminarEs cierto que hay muchas opiniones que asocian el coaching a la psicología, la mía no corresponde a esa corriente, para empezarel coaching en ningún caso puede ser terapéutico ya que su exclusiva función es la de acompañamiento.
No negaré que determinados conocimientos psicológicos resulten útiles para el coaching, pero como otras habilidades sociales que tienen que ver con la comunicación, el liderazgo, experiencia organizacional, etc.