En dicho semanario se fraguaron grandes comentaristas gráficos, dándose cita, entre otros, periodistas y dibujantes de la talla de Mingote, Chumy Chúmez, Gila, Perich, Ops o Forges. En marzo de 1944 tomó las riendas de la dirección Álvaro de la Iglesia, quién a base de talento, ingenio y esfuerzo supo mantenerla durante más de 30 años.
Ahora en esta 70 efeméride de La Codorniz, Melquiades Prieto y Julián Moreiro publican “La Codorniz. 70 aniversario: 1941 – 2011” editado por Edaf. Para ello se han revisado los más de 1.800 números que llegaron a publicarse hasta su cierre en diciembre de 1978 y sentencian. “Se trata de una manera distinta de ver la historia de España, pues este rotativo, hito del periodismo de humor español, la supo reflejar como nadie”.
En ese devenir histórico se ve la evolución de la España pobre y mísera de los años 40 y como se aligera levemente la vida en los años 50, con la denostada figura del pobre guardia urbano, que era lo máximo “tolerable” como crítica a la autoridad existente.
También se refleja de manera soberbia la década de los 60 en la que los españoles empiezan a soñar con Europa, unos por que se tienen que ir y otros porque veían venir a las extranjeras, esta época coincide con una aparente libertad de prensa del régimen, en la que no había censura previa, pero después secuestraban la tirada y te cerraban. Al parecer, en uno de sus regresos, tras un cierre temporal, en portada aparecía la famosa frase de “Bombín es a Bombón, como cojín es a X y a mí me importa tres X que me cierren la edición”, lo que evidentemente supuso un nuevo secuestro y cierre.
Todo apunta a que la década de los 60 fue la más apasionante de la revista, hasta surgen leyendas urbanas sobre chistes que se le atribuían a La Codorniz sin ser cierto, hay quienes aseguraban haber visto un famoso número del semanario, lanzado por los “Santos Inocentes”, en que todas sus páginas estaban en negro salvo la portada, en la que se veía un tren entrando en un túnel, y la contraportada, por la que salía. Pero Melquiades Prieto afirma que dicha edición no existió nunca.
Llegada la década de los 70 se inicia la lenta pero imparable caída del semanario, en parte por la competencia con la aparición de un elevado número de publicaciones similares, como “Hermano Lobo” o “El Jueves” (que aparecía los miércoles) y en parte por el creciente “frenesí” que experimenta la prensa en esa época, con mayor libertad de expresión.
La paradoja es clara: “La Codorniz, que con mucha inteligencia burló la censura, acabó muriendo en manos de la propia libertad de expresión”.
En definitiva, esta obra conmemorativa viene prologada por Mingote quién dice que fue, “Un acontecimiento celebrado en su momento por unos pocos, insuficientemente alabado después por historiadores y sociólogos y todavía a falta de la clamorosa ovación”. El epílogo es de Chumy Chumez que sentencia: “Tardará en extinguirse la influencia codornicesca”. La obra incluye las portadas más representativas, incluida la que abre su cubierta, firmada por Gila, con un famoso chiste:
“No le des más puñaladas, hombre”, le dice un personaje a otro que está cosiendo a navajazos a un tercero, y el interpelado le responde: “Pues que deje de llamarme asesino”.
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