RICOBLOG

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domingo, 5 de junio de 2011

EL MIEDO, ESA EMOCIÓN DOLOROSA

El miedo es una emoción dolorosa, motivada por la proximidad de un peligro, un peligro que puede ser real o imaginario; el miedo es un instinto común a todas las personas del que nadie está totalmente libre y viene acompañado del deseo de evitarlo para escapar de la amenaza. Estos temores que brotan de nuestro interior van a condicionar nuestras actitudes ante la vida, yendo desde la simple timidez hasta el pánico exacerbado, pasando por la alarma, el miedo y el terror.

No obstante hay un miedo que podríamos denominar cuerdo, armónico o ponderado porque está asociado a la prudencia, éste miedo nos permite identificar situaciones que podrían poner en peligro nuestra integridad, pero cuando este miedo se prolonga en el tiempo y sin justificación aparente, se convierte en un miedo tóxico. En esos casos el miedo es para la mente lo que la parálisis para el cuerpo.

El miedo empezamos a conocerlo desde nuestra infancia, cuando se nos educa con una escala entre la recompensa o el castigo, y si no, se nos amenaza con el “coco” o “el hombre del saco”. Después vienen los suspensos en los estudios, las reprimendas del “jefe” en el trabajo y durante todo ese tiempo, los “mandamientos” religiosos y el máximo exponente del castigo ¡La condenación del alma! A medida que vamos tomando conciencia de las heridas que vamos coleccionando vamos creando una barrera alrededor de nosotros, es la barrera del miedo.

También desarrollamos miedos a medida que vamos obteniendo bienes, fama, poder o cualquier otra cosa, pues vienen acompañados del temor de perderlo y la preocupación permanente de velar por su salvaguardia. Nos convertimos, entonces, en víctimas de nuestra ansia y ambición. Quien posee teme, y este es un defecto común, en diferentes grados, de casi toda la humanidad.

Para comprender la raíz del miedo hemos de entender la dimensión del tiempo, el tiempo tiene un ayer, un hoy y un mañana, las experiencias del ayer condicionan mis conductas de hoy ante los previsibles resultados o acontecimientos de mañana. Por ello disiento de quienes defienden que un cierto grado de temor es un estimulo para el progreso personal, pues el miedo no es sino coacción, el miedo nos aparta de la realidad ubicándonos en un mundo subjetivo y a veces paralizante. Pero como podemos conseguir que el miedo no nos paralice:

En primer lugar deberemos aceptar que tenemos miedo. Si sabemos que todos lo padecemos no debe ser un síntoma de debilidad reconocerlo.

A continuación debemos identificar cuál es nuestro miedo; dado que a veces no es fácil reconocerlo, nos puede ayudar a ello el pensar en cuál es nuestra motivación. En función de lo que nos motive estará el miedo a no lograrlo o a perderlo.

Por último hemos de afrontar el miedo haciéndolo concreto. Nuestro peor enemigo reside en nuestra cabeza y somos capaces de imaginar cosas mucho peores que la realidad, lo que nos genera miedo por muchas cosas o situaciones que nunca sucederán.
Y es que como decía Nelson Mandela: “No es valiente quien no tiene miedo, sino quien sabe conquistarlo”.

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