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martes, 14 de junio de 2011

LO BUENO DEL BUEN HUMOR

La risa es la mejor medicina que existe y la más barata. Estar de buen humor fortalece el sistema inmunológico, puesto que la risa ahuyenta las enfermedades y prolonga la vida mientras que la tristeza y la depresión atraen enfermedades. Al estar de buen humor el cuerpo segrega endorfinas, lo que hace que cuando nuestro organismo está lleno de ellas se da el fenómeno de placidez total y no tenemos la sensación de dolor.

Junto con esto, se asegura que la risa contribuye a la creación de linfocitos naturales, como el caso del NK, que son células cuya misión es la de terminar con células virales o cancerígenas, de ahí el fortalecimiento del sistema inmunológico.

Reírse todos los días un poco debe alargar la vida. Y es que las personas que demuestran tener buen humor saben hacer frente mejor a la vida. Saben sacar de todo algo positivo, y han encontrado la forma de remontar los momentos duros. Es síntoma de buena salud anímica, de un cierto equilibrio interno, de una especial madurez humana. Y esa armonía interior se trasluce hacia fuera.

Tener buen humor no es lo mismo que “ser gracioso”. Hay gente que se pasa el día contando chistes y llegan a resultar “cargantes”. Saber arrancar una sonrisa a una persona que lo está pasando mal, es otra cosa, es un gran don. Pero no todos hemos nacido para el noble trabajo de “payaso”. Sin embargo, a nadie le debería faltar el buen humor.

Por ejemplo, cantar solo alguna vez no es estar loco. El ser humano no vive sólo de trabajar y ganar dinero. Dicen los italianos que “Cuando el cuerpo está bien, el alma baila”. Y es verdad: en la vida hace falta cantar y bailar. No todos somos Plácido Domingo, pero aunque no sepamos entonar, y seamos patosos (con perdón de los patos), silbar o tararear lo primero que nos pasa por la cabeza, o mover de vez en cuando el esqueleto, es síntoma de buena salud anímica, y al mismo tiempo ayuda a vivir.

El buen humor no tiene nada que ver con el “cinismo”, esa actitud ante  la vida de quien “está de vuelta de todo”, mira al mundo por encima del hombro, y se burla de todo. Tampoco tiene que ver con la ironía hiriente, con la burla y el ridículo. El buen humor es eso, “bueno”; nace de una persona buena, y hace bien.

Tendemos a tomarnos, a nosotros mismos, demasiado en serio: “¡De mí no se ríe nadie!”, decimos a veces levantando la voz. Y, ¿Cómo que no? ¿Es que somos tan especiales? La verdad es que hacemos tantas burradas (con perdón de los burros), y decimos tantas tonterías en la vida, que, la verdad, no es para ponerse así. Perder el sentido del ridículo y saber reírse de uno mismo es buena señal.

El sentido del humor es una fortaleza que nos puede ayudar a vencer obstáculos que encontramos a lo largo de nuestra vida. Hay diversas formas de humor, de ellas la mejor es reírse de uno mismo. ¿Por qué? Pues todos poseemos algún tipo de complejo mayor o menor y éste nos puede causar mucho daño, desde sentir vergüenza en algún momento hasta encerrarnos en nosotros mismos alejándonos del resto del mundo. Vivimos en un mundo demasiado serio, pero lo podemos cambiar con el sentido del humor, restando un poco de seriedad a los asuntos. Si otros se ríen de nosotros, nos podemos sentir heridos, pero no es así si somos nosotros mismos quienes nos reímos de nuestros defectos.

Para algunas personas que poseen mucho sentido de humor, la práctica de reírse de sí mismo es muy sencilla. Pero no es así para otros. No obstante, mediante una práctica diaria es algo que se puede aprender. Intentemos vernos desde fuera, como si estuviéramos entre el público observándonos. Si aprendemos reírnos de nosotros con más ímpetu que los demás, seremos vencedores. Otra práctica sería si apuntamos en una hoja nuestro(s) defecto(s) que creemos tener y comenzamos a anotar comparaciones divertidas o algunos disparates para restarle importancia a nuestros complejos. Con humor, la vida se ve desde otro ángulo, más positivo.

Alguien dijo con acierto: ”Una persona sin sentido del humor es como un vehículo sin amortiguadores, se ve sacudido por todos los baches del camino”. ¡Alisemos el camino de nuestra vida con sentido del humor!

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