RICOBLOG

RICOBLOG

lunes, 16 de enero de 2012

MIS QUIMERAS. "El enigma de las 5 cartas"

Pasear por los pasillos de una feria de antigüedades se convierte en un auténtico placer para todos aquellos que amamos los objetos antiguos. Piezas con al menos un siglo de existencia. Y ante precios que superaban las cuatro cifras, me propuse, con un exiguo presupuesto de 100 euros, no irme de allí con las manos vacías.

Recuerdo con satisfacción como disfruté unas horas entre piezas de bella factura y, en la mayoría de las ocasiones, inalcanzables para mí. Ante las elevadas pretensiones económicas de los oferentes, decidí disfrutar del paseo regalándome los sentidos con el inconfundible aroma de las maderas nobles, el cuero trabajado y las ceras protectoras y embellecedoras de los diferentes objetos. Por fin tropecé con un stand que parecía hecho a mi medida, allí había azulejos del s. XII por 50 €, llaves del s. XVII por 90 € y un sinfín de objetos más que encajaban en mi presupuesto, finalmente reparé en un pequeño cofre que, sin parecerme la mejor pieza del stand, captó mi atención al comprobar que poseía un reducido doble fondo en el que parecían alojarse algunas cartas, el cofre presentaba un aspecto espléndido, como de haber pertenecido a una persona muy cuidadosa o que sentía un especial cariño por dicha pieza, decidido a no desperdiciar la ocasión, aboné con rapidez los 75 € en que estaba tasado.

Al llegar a casa y abrir el doble fondo comprobé que se trataba de tres cartas que acababan en una declaración de amor, firmadas por alguien llamado Andrés, dirigidas a alguien llamada Carmina, quién mediante dos cartas respondía para declinar la oferta de amor de Andrés.

Esto era todo lo que había en el cofre y confieso, desde la decepción, que esperaba algo más, no era sino una historia corriente como las que supongo que suceden cada día, un desencuentro amoroso; decidí prepararme algo de cena y escuchar un poco de jazz, sin embargo, algo vino a mi mente: Sí el cofre era de él deberían estar las cartas de Carmina y si el cofre le perteneció a ella deberían estar las cartas de Andrés, ¿Cómo es que estaban las cinco cartas juntas? Tal vez la declaración poco apasionada de Andrés y la confesión de Carmina de no tener esos mismos sentimientos, en lugar de terminar en un previsible desencuentro amoroso, acabó siendo todo lo contrario.

Mi curiosidad me llevó hasta la tienda de antigüedades que en la feria me había vendido el cofre y, no sin esfuerzos, con insistencia y algún estímulo comercial tras adquirir un par de pequeñas piezas, conseguí los datos de quien lo había vendido al anticuario. Cuando llegué al domicilio que en la tienda me habían indicado me recibió una mujer, además de muy bonita me pareció lo suficientemente joven como para que pudiera ser la hija, al preguntar por él me invitó a pasar y elevando la voz hacia el interior de la vivienda reclamó la atención de alguien, ¡Andrés aquí hay un señor que pregunta por ti!

Me extrañó la forma de llamar a su padre ya que no es frecuente hacerlo por su nombre, por eso pensé que debía estar equivocado, no tardó mucho en aparecer en la estancia un hombre, su edad parecía similar a la de la mujer que me recibió y se me presentó como Andrés Hinojosa, le comenté que buscaba a un hombre que entendía debería tener una edad similar a la mía, por lo que dudaba que él fuese el Andrés Hinojosa que yo buscaba, tras una leve sonrisa me dijo que se trataría de su padre pero que había fallecido hacía unos meses, no obstante me preguntó si era amigo suyo y se ofreció a ayudarme si podía.

Le enseñé el cofre y le expliqué lo que para mí era el enigma de las cinco cartas juntas, enseñándole el contenido de las mismas, la leve sonrisa anterior se transformó en una risa abierta y llamó a la mujer que me recibió presentándola como su esposa, se habían casado hacía menos de un año y ella se llamaba Carmina como su madre, ambos me confesaron que reconocían el cofre, pero siempre habían visto a sus respectivos padres como grandes amigos, desconocían el episodio de un desencuentro amoroso, sin embargo, el mantenimiento de su amistad les había permitido a ellos conocerse.

Tal pirueta del azar me conmovió por lo que les ofrecí el cofre y las cinco cartas como regalo de boda, su brillante mirada de agradecimiento hizo innecesarias más palabras. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario