La “Excelencia” como forma de vida está diseñada desde unos valores entre los que sin duda estarán: La autenticidad, la indulgencia, la humildad, la mejora personal y la predisposición al bien común.
Desde luego, al menos para la especie humana, la perfección no existe, pero la mejora continua, la “Excelencia”, entra dentro de nuestras posibilidades, aunque no es menos cierto que requiere de una actitud permanente, con voluntad de servicio hacia los que nos rodean, dando lo mejor de nosotros, siendo útiles para otros, y es que solo por la vía de la autenticidad y el esfuerzo se llega a los demás.
Si eliges la “Excelencia” como tú “centro vital”, su correcta utilización contribuirá a mejorar tu calidad de vida, pero se requiere de decisión y voluntad, y sobre todo un espíritu autocrítico que te permita admitir aquello que de ti crees que sería conveniente cambiar. Tu capacidad para reinventarte, para promover determinados cambios en tu conducta, posibilitará tu acercamiento hacia los demás y su aceptación.
Cuando algo desde dentro nos pide un cambio es porque alguna parte de nosotros siente un vacío que nos genera insatisfacción, una emoción que desencadena frustración y que solo tiene como antídoto la fortaleza y la voluntad para la transformación, para modificar o sustituir hábitos que nos haga presentarnos, ante nosotros y ante los demás, de forma diferente. Lo único que no cambia en la vida es el cambio, este es permanente, pero hemos de tratar de gestionarlo desde nuestra voluntad.
Ser una persona excelente es un privilegio pues significa encontrarse en desarrollo permanente, saber construirse como ser humano de manera sólida y ser capaz de ayudar a construirse a otros; ayudar sin agobiar, acompañar sin corregir y motivar a quienes te rodean mediante las bondades del camino de la “Excelencia”.
La “Excelencia” como actitud mental se refiere a la voluntad de ser cada vez mejor, de desarrollar el potencial propio sin buscar excusas o argumentos de por qué algo no se puede hacer. Los que nunca han reflexionado sobre todo esto llegan a considerar como seres superiores a aquellos que son sencillamente excelentes. La realidad es que no son seres superiores, lo que si son es personas con una autoestima elevada, lo que les presenta como muy seguras de sí mismas y con grandes capacidades para afrontar “el ser y no el debe ser”.
Pretender algo más de lo que somos o de lo que tenemos, sin caer en la codicia, intentando mejorar cada día, es un síntoma claro de predisposición a la “Excelencia”. Alguien dijo que “todo es posible si te decides a hacerlo y que cada cual tiene lo que se merece”. Por ello, si algo de tu mundo actual no te gusta, busca el cambio preciso, si tú cambias tu mundo empezará a cambiar.
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