Rondando ya mediados de Septiembre, no se los días que quedarán para que los tibios rayos de sol me ayuden a desperezarme por la mañana, una sensación muy agradable, sobre todo sí has disfrutado de una noche plácida y un dormir tranquilo. Esa paz matinal me llevó a recuperar la imagen de un entrañable anciano que durante la noche, en sueños, me contó un relato:
Hace mucho tiempo, en una galaxia muy, muy lejana había un planeta al que llamaban “El Planeta”. Era muy similar a nuestra Tierra, con su atmósfera, sus mares, sus montañas, su flora y su fauna. Estaba habitada por seres muy parecidos a nosotros, encontrándose en un punto de evolución tecnológica muy similar al nuestro, aunque eran mucho más avanzados en la parte social y trataban mucho mejor a su planeta.
En este mundo también existía Internet, o algo parecido, y había cantantes, industria discográfica, empresas distribuidoras de cine y editoriales. Pero a diferencia de lo ocurrido en La Tierra, todos ellos supieron anticiparse a las tendencias cambiantes y adaptarse a las nuevas tecnologías. Abrieron nuevos mercados alternativos y fórmulas de distribución por la Red con costes bajos y elevados contenidos de calidad que evitaron que se impusiera la copia indiscriminada, y no sólo no sufrieron crisis alguna sino que volvieron a crecer y ganar más dinero. Evidentemente hubo unos pocos que quisieron oponerse a este nuevo sistema para seguir como antaño, pero se impuso el sentido común y estos elementos discordantes fueron expulsados de “El Planeta” y enviados a La Tierra, donde llegaron a ocupar puestos de relevancia en grandes multinacionales, incluso alguno de ellos llegó a dirigir el Ministerio de Cultura.
Ya he comentado que “El Planeta” era muy parecido a La Tierra y, al igual que ésta, tenía lugares maravillosos dignos de ser fotografiados. Como sus habitantes eran muy listos, no tardaron en inventar algo parecido a las cámaras fotográficas y a compartir todos sus trabajos por su Internet particular. Para este menester crearon una especie de gran punto de encuentro donde los fotógrafos pudieran exponer sus fotos y que las demás pudieran verlas. A este punto de encuentro lo llamaron “TodoFotos”. Por otro lado había una gran empresa llamada “MejoraMás” que se dedicaba a desarrollar un software muy potente que usaban los estudios de diseño y fotografía profesionales para procesar y mejorar sus trabajos.
Con el tiempo algunos fotógrafos profesionales empezaron a mostrar sus trabajos en “TodoFotos” y los aficionados se interesaron por sus técnicas de captura y procesado, y aquel programa, que se llamaba “Superfot”, empezó a hacerse muy popular entre una creciente masa de fotógrafos aficionados. Pero hete aquí, que el famoso y deseado “Superfot” era más bien carillo y no todos los aficionados podían permitirse comprarlo para retocar un par de fotos del cumpleaños de la niña.
Varios usuarios empezaron a usar el “Superfot” sin licencia oficial, total, era muy fácil copiarlo por ahí, y seguían subiendo a la red sus trabajos fotográficos, que cada vez eran más numerosos y de mayor calidad. Pero con el crecimiento del número de fotos y de su calidad, empezó también el robo de fotos de la red, total, era muy fácil copiarlas de ahí, y algunas empresas las usaban sin pagar por ellas y sin siquiera pedir permiso al fotógrafo. Fue en ese momento cuando se produjo la “Gran Paradoja” que cambiaría el destino futuro de “El Planeta”. Los fotógrafos comenzaron a protestar indignados por el cada vez más numeroso robo de fotos, pero resulta que la mayoría de esas fotos habían sido procesadas con un programa por el que no se había pagado, he aquí la paradoja.
Como a los habitantes de “El Planeta” no les gustaban ni las paradojas ni el jamón de Jabugo (éste último porque para ellos no era conocido), decidieron crear un comité de sabios para solucionar el problema. A este comité asistieron expertos de todas las partes interesadas y, como siempre, había algunos que lejos de intentar buscar un acuerdo, lo único que querían era seguir con las cosas como estaban y meter en la cárcel a todos los que no pensaran como ellos. Este tipo de de actitud no estaba muy bien visto en “El Planeta” y una vez más los elementos discordantes fueron expulsados y enviados a La Tierra donde acabaron convirtiéndose en presidentes de bancos, directivos de grandes multinacionales y altos cargos políticos.
Una vez apartados los escollos humanos, el resto de la sociedad llegó a un gran acuerdo para desterrar para siempre de sus vidas a la “Gran Paradoja”. Este acuerdo podemos resumirlo en unos pocos puntos:
La gran empresa de software, “MejoraMás”, aceptó seguir comercializando versiones antiguas de su “Superfot” a un precio muy reducido y sólo para usuarios particulares, así los aficionados podrían tener una buena herramienta a un precio que podrían pagar y de forma totalmente legal. La empresa seguiría desarrollando versiones nuevas destinadas al mercado profesional y por otra parte continuaría vendiendo licencias de versiones antiguas de un programa ya amortizado y por el que de otra forma no ingresaría nada por su uso.
Los fotógrafos aficionados aplaudieron la propuesta de “MejoraMás” y decidieron borrar sus versiones sin licencia y comprar esas licencias asequibles a su bolsillo y que ofrecían mayores garantías y eran más acordes con la ética. El resto de la sociedad, al igual que había ocurrido con el tema de la música, el cine y los libros, acordaron no robar, ni copiar nada sin permiso de sus autores, al fin y al cabo a nadie le gusta que le quiten algo que es suyo por derecho propio.
El caso es que esta sociedad aprendió a vivir en total armonía y fueron mucho más felices y si alguna vez alguien intentaba sacar provecho propio de alguna situación o simplemente no cumplía un mínimo de conciencia social, hacían lo de siempre, expulsarlo y enviarlo a La Tierra.
Y colorín, colorado, este cuento… No ha acabado.
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