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miércoles, 30 de enero de 2013

EL PÍCARO Y EL GEN DE LA MENTIRA



Nuestro Diccionario define, en su primera acepción, al “Pícaro” como: Bajo, ruin, doloso, falto de honra y vergüenza. Una versión más romántica, que no encontramos hasta su quinta acepción, coincide con la novela picaresca que le presentaba como: Astuto y taimado que con arte y disimulo lograba lo que deseaba. Esa literatura picaresca tiene su origen entre el siglo XVI y el siglo XVII en plena transición de Romanticismo al Barroco, siendo representantes significativos de ella “El Lazarillo de Tormes” de autor controvertido, “El Buscón” de Francisco de Quevedo e incluso “El Libro del Buen Amor” en el que el Arcipreste de Hita se muestra como hombre ligero, malicioso, sensual y conocedor de malas mañas, pese a su condición eclesiástica.
La figura del pícaro nació ante las desigualdades sociales y económicas en la que los ricos (nobles o aparentemente nobles) vivían en la opulencia y los pobres en la miseria; sin duda una injusticia social que les llevaba a pensar que daba lo mismo ser honesto que pícaro y si las autoridades eran arbitrarias lo mejor era burlarlas.
En la novela picaresca se vislumbra un aire fatalista que respiraban quienes eran conscientes de que no podrían escapar a su destino, permaneciendo atrapados por una sociedad férreamente estratificada y dominada por una minoría “sobresaliente”.
Hoy han pasado entre cuatro y cinco siglos de aquella novela picaresca, ¿Cómo la escribirían, en la actualidad, nuestros insignes literatos del siglo de oro?
No sé si es que la picaresca forma parte del ADN de nuestra especie como un gen hereditario inevitable o que no somos capaces de erradicar la injusticia social cuna de dicha picaresca, pero lo cierto es que esta subsiste, evidentemente evolucionada para adaptarse a los tiempos actuales, pero las desigualdades sociales y económicas siguen siendo una triste realidad y mantenemos una sociedad férreamente estratificada y dominada por una minoría “sobresaliente que vive en la opulencia”.
En esta minoría “sobresaliente” se mueve como pez en el agua quién es “bajo, ruin, doloso, falto de honra y vergüenza”, es decir, un pícaro conforme a la primera acepción de la RAE y no son nobles, aunque pueda haber alguno que incluso se aprovecha de su pretendida o sobrevenida “nobleza”. Los más claros exponentes de esta casta los encontramos entre políticos, banqueros, capos de todo tipo de mafias, grandes empresarios, personajes del clientelismo sindical y la pléyade de amigotes de todos ellos, y han sustituido las mañas y la seducción por las comisiones, subvenciones, el tráfico de influencias o tratos de favor, todo ello es una estafa pero cuando esta es enorme incluso llega a adoptar un nombre decente.
Entre los componentes del estrato “dominado” encontraremos al “astuto y taimado que con arte y disimulo pretende lograr lo que desea”, es decir, un pícaro conforme a la quinta acepción de la RAE; los perfiles que hallaremos entre ellos responderán principalmente a personas de recursos escasos, como parados, pensionistas o mileuristas, no obstante también podemos encontrar a los que podríamos denominar “espabilados” o “aprovechados”, mientras unos sufren y lo pasan mal, otros transforman las mañas y la seducción por prácticas tramposas, como simultanear una prestación por desempleo con el cobro por chapuzas, facturar o ser facturado sin el correspondiente IVA, o no declarar determinados ingresos como por ejemplo el importe de un alquiler.
Tanto las prácticas de los pícaros “dominantes” como de los pícaros “dominados” son perjudiciales para el resto del colectivo que cumple con honestidad, aunque hay que reconocer que la intensidad no es la misma, las trampas de los pícaro “dominantes” suelen ser multimillonarias y acaban siendo una fábrica de pícaros “dominados”.
En mi opinión, ya no sé si la picaresca puede seguir llamándose así, a mi el cuerpo me pide llamarlo sinvergonzonería e incluso atraco social y eso es porque la cultura ingeniosa del pícaro medieval ha sido desplazada por la cultura del “todo vale”, la pregunta es ¿Y cómo será la picaresca dentro de otros cuatro o cinco siglos? ¡Ojala haya desaparecido de la faz de la tierra!

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