RICOBLOG

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jueves, 22 de septiembre de 2011

UN PROYECTO PARA TU VIDA

¿Quién no ha experimentado en alguna ocasión una sensación de “vacío” personal? Generalmente es una sensación que sobreviene en situaciones de inestabilidad económica, personal o emocional. Es una sensación que te exige preguntarte sobre lo que estás haciendo por ti mismo: ¿En qué estoy invirtiendo mí tiempo?, ¿Qué hago por mí y para mí?, ¿Qué estoy construyendo?

Con frecuencia nos sentimos seducidos por la autorrealización, es más, si fuera posible desearíamos dejar huella de quién fuimos y lo que fuimos; pero si pretendemos ser dueños de nuestra huella no podemos esperar a que el futuro nos la muestre, es ahora, en el presente, cuando hemos de decidir que huella desearíamos dejar y para eso necesitamos “un proyecto de vida”.

Un proyecto de vida sobre el que trabajar y construir algo por nosotros y para nosotros, cuestionarte tu día a día y si es preciso revelarte ante la inercia de tu diseño de vida actual. Generalmente, seas hombre o mujer, la vida te va a adjudicar un papel y te corresponderá ser madre, padre, hijo, pareja o profesional de tal o cual desempeño, pero… ¿Es eso lo único que quieres?, puede que no sea suficiente y es precisamente de ahí de donde viene tu sensación de “vacío”.

Mi propuesta es que plantees tu futuro como un negocio, tu principal negocio, un negocio que te ha de reportar los mayores beneficios de tu vida, que desde luego no tienen por qué ser económicos. Has de convertirte en lo que hoy llaman un “emprendedor”, no desde el ámbito de iniciar o abrir un negocio más o menos convencional, tu principal negocio eres tú y ya está abierto. ¿Por qué no hacerle funcionar? Asumir el rol de “emprendedor” implica trabajar sobre un proyecto que implica construir, implica disciplina en pos de una meta, implica alcanzar algo por ti y para ti, implica, implica, implica… Tu proyecto siempre estará en “mañana” pero no será alcanzable si no se inicia “hoy”.

Desde luego lo que yo puedo decir es qué si lo deseas sinceramente deberás hacerte algunas preguntas, sin restricciones, con valentía y desde la honestidad hacia ti mismo, tratando de responderte sin límites y libre de juicios y prejuicios, necesitas responder a preguntas del tipo: ¿Qué quiero lograr?, ¿Cuál es mi objetivo?, ¿Qué cambios necesito realizar?, ¿Puedo cambiar?

Aún contestándose sinceramente a las anteriores preguntas, quedan algunas cuestiones en el aire que aconsejan más y más preguntas, incluso algunas ya formuladas: ¿Cómo puedo llevarlo a cabo?, ¿Qué dificultades puedo encontrar?, ¿Realmente quiero el cambio?, ¿Entenderán los demás mi cambio?

Soy consciente de que todo esquema basado simplemente en preguntas a responder resulta, en apariencia, extraordinariamente simple, la dificultad proviene del miedo a responderlas de forma en que dichas respuestas nos obliguen a explorar nuevas y desconocidas posibilidades de actuar en la vida, temor que llega a evitar el hacerse dichas preguntas, eliminando la posibilidad de obtener respuestas deseables y necesarias para abordar nuevos “proyectos de vida”.

Mi pequeña experiencia como Coach Ejecutivo, me recuerda la ventaja que supone contar con un Coach (acreditado en formación y experiencia) cuyo protagonismo no reside en darte consejos, ni recetas milagrosas, sino acompañarte a esas zonas más incómodas, que en solitario eludirías, para que tu encuentres y decidas las mejores soluciones para el que debe ser tu mejor negocio ¡Tú mismo!

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