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domingo, 1 de julio de 2012

"EL BUEN PRESUMIR" ¿ARROGANCIA O GENEROSIDAD?


Sí prescindimos de la primera acepción que nuestro Diccionario aplica al término presumir y que le define como la sospecha, juicio o conjetura de algo por tener indicios, encontraremos que se refiere a presumir como la conducta de la persona de vanagloriarse, tener alto concepto de sí mismo o cuidar mucho su arreglo personal para parecer atractiva. En mi opinión, el único término que dentro de este concepto presenta cierta toxicidad es el de vanagloriarse si le entendemos como la autoalabanza excesiva y presuntuosa.
Por otro lado creo que podremos estar de acuerdo en que la vergüenza no es lo que consideraríamos una virtud; desde luego en la más benévola de sus acepciones representa un encogimiento o cortedad de ánimo, sin embargo, el vergonzoso suele despertar ciertas dosis de simpatía, mientras que el presumido, por lo general, resulta antipático y probablemente esto sucede porque se asocia con el exceso, pero curiosamente no siempre consideramos el exceso como algo descalificante, por ejemplo: a quién muestra exceso de valor termina por considerársele un héroe y al que muestra exceso de bondad le elevamos a la categoría de santo, o como mínimo a la de persona desprendida y de gran corazón.
A mí me gustaría proponer el concepto de “buen presumir”, por supuesto sería un concepto sujeto a determinadas exigencias como desterrar tanto la fanfarronería como la falsa modestia; mientras que la fanfarronería refleja un alarde personal que se te va de las manos, la falsa modestia pretende autoalimentar el ego bajo un pretendido manto de humildad, pero a mí se me antojan, ambas, más cerca de la soberbia que de otra cosa.
La fanfarronería implica hacer alarde de lo que no se es, es como cubrirse de un manto de apariencia y hojarasca que oculte lo que probablemente uno no acepta de sí mismo, por otro lado, si modestia es la actitud tendente a moderar las acciones externas, lo que implica contenerse en ciertos límites, de acuerdo con las conveniencias sociales, junto a la cualidad de humilde, de falta de vanidad o de engreimiento, ponerle delante la calificación de “falsa” la convierte en algo inventado, forzado o falsificado.
El “buen presumir” sería la conducta que apadrinada por la sencillez, tendría como fin fundamental mostrar a los demás las mejores galas que uno cree poseer con la intención y compromiso de compartirlas. Este concepto exigiría matizar que presuntuoso y presumido no son sinónimos, el presuntuoso está lleno de presunción y de orgullo y por tanto de arrogancia y vanidad y aunque el presumido puede correr los mismos riesgos, basta para evitarlos la determinación de controlar su fatuidad, algo imposible para el presuntuoso.
No hay duda de que la conducta del presuntuoso es ofensiva, pues lejos de responder a una intención de mostrarse a sí mismo “tal cual” de forma veraz, se reviste de un falaz y ampuloso encubrimiento, que no puede ser sino una falta de consideración y respeto hacia los demás. El “buen presumir” podría llegar a ser una virtud si viene desprovisto de arrogancia y cargado de generosidad, una generosidad que pretende poner, a disposición de los demás, aquello que se considera lo mejor de uno mismo.
Y es que mientras la arrogancia se engalana a base de altanería y soberbia, la generosidad lo hace mostrando su inclinación hacia la utilidad e interés de los demás.

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