El sufijo “mente”
es la forma con la que nuestro lenguaje nos permite transformar adjetivos en adverbios;
de esa manera, de fácil llegamos a fácilmente, de pobre a pobremente, de enorme
a enormemente y podría añadir cientos de ejemplos más que creo innecesario, lo
que sucede es que mi percepción es que mientras un adjetivo se queda en la
calificación de algo y por tanto presenta una característica cualitativa
(fácil, pobre, enorme, etc.), el adverbio dibuja la acción necesaria con
indicación de la mayor o menor exigencia para alcanzarlo “probablemente”.
Esta última
afirmación, le confiere al sufijo “mente” un cierto ámbito de incertidumbre
ante lo esperado, lo “posiblemente” puede resultar no posible, lo
“probablemente” puede no resultar probable, y esto lo puede convertir en una
frustración en lugar de en un reto y condicionar acciones futuras.
Por ello quiero
centrarme en el adjetivo “consciente” que se transformaría como adverbio en
“conscientemente” y que yo recomendaría escribir “ConscienteMente” aunque
ortográficamente sea incorrecto. Como dueño y señor de mi Blog (Que trato de
gestionar como una regencia y por tanto compartida con todos vosotros) creo que
puedo permitirme algunas licencias que llamaré “literarias”, como por ejemplo
esta.
Según la RAE una
persona “consciente” es quién siente, piensa, quiere y
obra con conocimiento de lo que hace, y en su primera acepción define “mente”
como la potencia intelectual del alma. Mi libre y humilde recomendación
ortográfica “”ConscienteMente” representaría la unión de pensamientos y
sentimientos, algo que con demasiada frecuencia solemos disociar, ¿Cuántas
veces descartamos lo que pensamos hacer porque sentimos que rompe algún tipo de
patrón? ¿Cuántas veces renunciamos a lo que sentimos porque pensamos que no
será entendido por otros?
El verdadero “YO” llega si conseguimos
superar esas barreras que nos imponemos, o mejor dicho que nuestra educación
nos ha impuesto. Es por ello que apuesto con mayúsculas por la “CONSCIENCIA
MENTAL”, es decir, actuar conforme a se siente, se piensa y se obra con
conocimiento de lo que se hace, sin reprimir aquello que nos dictan nuestras
emociones.
Podemos estar de acuerdo o no, pero la
realidad es que no somos una cosa u otra, somos lo que pensamos y lo que
sentimos y nuestro crecimiento personal pasa por trabajar en ambas áreas,
hacerlo en una sola de ellas nos haría avanzar con cojera, algo molesto para
quien la padece y más que evidente para el resto, por eso utilizamos ambos pies
para andar.
Por ello y con independencia de la
ortodoxia ortográfica propongo la expresión “ConscienteMente”, un estado en el
que deberíamos ser capaces de conjugar lo que pensamos y lo que sentimos, y en
la medida de lo posible liberados de las trabas y barreras que nuestro pasado
fue construyendo. Pasado que no debemos desestimar ni olvidar pero si filtrar,
en la medida de lo posible, por el tamiz de la experiencia. Y sin olvidar que
lo que no fue puede llegar a ser y lo que fue puede dejar de serlo.
Algo o alguien nos ha condenado a una
permanente pelea que se disputan el “yo quiero” y el “yo creo”, y no digo que
sea fácil, pero en la medida en que consigas compatibilizar ambos territorios
estarás más cerca de tu verdadera esencia, algo que los demás percibirán,
reconocerán y valorarán en ti, pero lo más importante es que tu llegarás a
sentirte con total plenitud.
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