RICOBLOG

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miércoles, 23 de enero de 2013

ANSIEDAD



Ansiedad, de tenerte en mis brazos
musitando,... palabras de amor
ansiedad, de tener tus encantos
y en la boca, volverte a besar

Así empieza la canción de Nat King Cole, pero lo cierto es que con un preludio tan romántico o sin él, la ansiedad es un estado de agitación, inquietud y falta de sosiego, emociones que derivan en una percepción de angustia que atenaza y paraliza a quién las experimenta. La ansiedad forma parte de la condición humana y puede ayudarnos para afrontar situaciones de peligro o riesgo, como el miedo, sin embargo, cuando es demasiado intensa se convierte en una fuente de sufrimiento que es necesario controlar.
¿Quién no ha sentido uno o más episodios de ansiedad en algún momento de su vida? La cuestión es si cuando hemos sentido ansiedad ha actuado en nosotros como un estímulo o como una perturbación. No conozco ningún baremo para medir el grado o intensidad del sentimiento de ansiedad que nos puede acontecer, por lo que creo que es fundamental prestar atención a los síntomas que afloran tras esa emoción y en función de ellos tomar decisiones adecuadas.
La ansiedad no llega a ser nociva si somos capaces de canalizarla y filtrarla para convertirla en un motor de actividad tras lo ansiado, pero desde el convencimiento de que no siempre todo lo que se desea se logra, asumiendo que con independencia del resultado obtenido el esfuerzo realizado supondrá una fuente de aprendizaje.
Pero la ansiedad puede llegar a ser altamente tóxica si llegamos a sobredimensionar nuestros temores y subestimar las habilidades propias para superar las amenazas que nos oprimen, una situación de este calibre suele sobrepasar las capacidades propias. Su acentuación es la que configura la ansiedad como fuente de sufrimiento e incapacidad, en dicha situación nos encontramos ante una verdadera patología que puede requerir de ayuda cualificada, pues puede desencadenar un estado de estrés.
La mayoría de las personas nos fijamos mucho en los demás pero nos olvidamos de nosotros mismos, cuando nos sentimos mal echamos mano de la fórmula de “tirar para adelante”, sea como sea y sin prestar atención a los síntomas que lo provocan, pero esto es como tomarse una “aspirina” que puede llegar a aliviarnos el dolor pero no ataca el problema.
Sé que lo que voy a decir ahora es recurrente en más de una de mis entradas, pero si en lugar de reprimir nuestras emociones las dejamos aflorar y estamos pendientes de ellas, podremos tomar decisiones más ajustadas a nuestras necesidades y aprenderemos a gestionarlas.
¡Ah!, La ansiedad no se genera desde un estímulo externo que nos amenace, por el contrario tiene su origen en una emoción interna y según su grado podemos controlarla o no; si la respuesta es no cuanto antes acudamos a una ayuda cualificada de tipo psicoterapéutico nos propiciará una mejor solución. Es más valiente el que lo hace que el que se aferra a la errónea vergüenza de mostrarse como es o como se siente.

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