“No pudo ser, ni el
Gordo de Navidad ni El Niño”. Esta es una frase que por estas fechas se oye
repetidamente y que aunque no lo recuerde es hasta posible que yo la haya
pronunciado alguna vez. En definitiva refleja el deseo de un “golpe” de suerte
que te proporcione unos recursos económicos muy superiores a los que en
condiciones normales sabes que tendrás y la pequeña frustración esperada de que
un año más no resulta ser así.
Conozco muy poca gente
que no juega nunca a la lotería parapetados en su convicción de que es
imposible que les vaya a tocar, pero como contrapartida conozco mucha gente que
aun haciendo la misma declaración juegan al menos en los dos sorteos más
típicos y clásicos del año, concediendo un espacio al “por si acaso”. El
argumento que lleva a comprar lotería en esas fechas es el de que te toque no
es nada fácil, pero sin participar es imposible.
En definitiva
estamos hablando de “Dinero” y este es casi tan antiguo como la humanidad, ya
en el Neolítico se practicaba “la permuta” que hoy conocemos como
“compra-venta” y en lugar de pagar los bienes y servicios que se requerían se
cambiaban por otros, esto empujaba a las tribus a alcanzar excedentes de lo que
eran capaces de generar para poderlos permutar por los que generaban otras y
ellas necesitaban o deseaban.
La ineficiencia del
sistema de “trueque” terminó con la aparición del denominado dinero, que en una
primera fase era respaldado por el atesoramiento de metales preciosos y que
dando un gran salto en la evolución histórica del mismo acaba siendo lo que hoy
se denomina “dinero fiduciario”, en el que las monedas y billetes no basan su
valor en la contrapartida de oro, plata u otros metales preciosos, sino en la
confianza de la comunidad hacia las entidades emisoras (Bancos Centrales y
Estados).
De una manera u
otra y con independencia del modelo monetario (o cambiario) estamos hablando de
la capacidad de adquirir y por tanto de tener, lo que fue una necesidad de
subsistencia con el tiempo se ha convertido en un gen que ha pasado a formar
parte de nuestro ADN, por lo que mientras originariamente se escribía con
mayúsculas “ADQUIRIR” hoy las mayúsculas se reservan para “TENER”.
“Vale lo que pesa
en oro” o “Tanto tienes, tanto vales”, son expresiones populares que ponen de
manifiesto que la potencia económica que se posee posibilita el hacerse un
hueco entre los elegidos; hemos terminado construyendo una sociedad en la que
el poder y estima de los demás está en función de la “riqueza” que tienes y que
generalmente ostenta quién la ha logrado acumular.
Esta perversión
marca la diferencia entre “generar riqueza” y “acumular riqueza”, expresiones
que seguramente precisan que me explique, en mi opinión toda persona tiene
capacidad para generar riqueza y de hecho todos la generamos, pero mientras la
mayoría lo hacemos para satisfacer nuestras necesidades más comunes, otros lo
hacen para acumular esa riqueza como medio para alcanzar prestigio y poder, que
terminan logrando por lo que tienen y no por lo que valen.
Por otro lado,
tratar de aumentar la capacidad de generar riqueza, con el fin de mejorar el
nivel social que se tiene, no me parece censurable en la medida en que no se
traspasen ciertas fronteras como llegar al objetivo sin importar lo que se deja
atrás, olvidando amigos, familiares y compañeros, o perseguir estar en la “cresta de la ola”, tener más que los
demás, sin importar que esto sea efímero o vacío.
Sustituir el
consumo aparente por el consumo necesario es el mejor antídoto ante las ansias
de poseer, de comprar o de tener más que el vecino y en una época en la que
difícilmente nos lo vamos a poder permitir, tal vez, con suerte, recordemos que
había otras cosas en la vida.
Totalmente de acuerdo. Añadiré que, por desgracia, el mundo está "montado" de manera que cada individuo no genera la riqueza en función del valor que aporta a la sociedad. Los parámetros están demasiado desvirtuados, encontrando demasiadas injusticias en esta vida. Y lo erróneo que es pensar "tanto tienes, tanto vales", cuando hay personas valiosísimas que apenas tienen para cubrir sus necesidades básicas. Lo importante es saber distinguir, poder generar, al menos, suficiente para vivir cubriendo lo imprescindible, y valorar lo que se tiene, así como poder sentir autorrealización personal, y disfrutar con lo que se hace.
ResponderEliminarUn placer leer tu blog. Un abrazo.
El inicio de tu comentario es válido para el mío: "Totalmente de acuerdo".
ResponderEliminarUn largo abrazo amiga.