(Con dedicación especial a mis amigos de Facebook
que participaron de mi broma)
El día de los
Santos Inocentes es la conmemoración de un episodio hagiográfico (historia de
las vidas de los santos) del cristianismo, en concreto en dicho día se
conmemora la matanza de todos los niños menores de dos años nacidos en Belén
(Judea), ordenada por Herodes “El Grande” con el fin de deshacerse del recién
nacido Jesús de Nazaret. A pesar de tamaño despropósito, la posibilidad de que
Herodes viviese durante muchos años en el convencimiento de haber acabado con
el niño Jesús, dio origen a una tradición: Divertirse a costa de engañar a
otras personas y es que según un relato del Evangelio según San Mateo, el
desencadenante fue la burla de los Reyes Magos para no informar a Herodes sobre
el paradero del Mesías.
Lo cierto es que
ningún historiador contemporáneo hace mención alguna a dicha matanza, sin
embargo la Iglesia Católica instituyó el día 28 de diciembre como la festividad
de “Los Santos Inocentes”, para recordar las crueles muertes infantiles.
Algunos textos apuntan que esto sucedió en la Edad Media con el propósito por
parte de las autoridades eclesiásticas de frenar las excentricidades que se
producían durante el rito pagano conocido como la “Fiesta de locos”, fiesta que
tenía lugar entre Navidad y Año Nuevo, con pasajes que llegaron a considerar
escandalosos. Esta fusión pagano-religiosa acabo configurándose como una
oportunidad para realizar todo tipo de bromas a amigos, compañeros y
familiares, entre sentimientos de conformidad o de resignación.
Esta opción de
bromear es una puerta abierta a la imaginación y al estímulo por sorprender,
sin embargo, algunas que podríamos llamar clásicas perduran en el tiempo,
podemos haberlas puesto en práctica o no pero todos las conocemos, si decidiese
hacer un ranking de popularidad sería este:
1º Colgar un
monigote blanco en la espalda de la víctima.
2º Fijar al suelo
una moneda o billete, esperando que alguien, disimuladamente se agache a
recogerlo.
3º Sustituir el
azúcar por sal, la cara de la víctima, si la broma tiene éxito, no tiene
precio.
4º Cambiar la hora
de los relojes. En esta broma se recomienda adelantarlos, es preferible que la
víctima llegue antes de tiempo a que lo haga tarde ante un compromiso que pueda
tener.
5º Atar los pomos
de dos puertas enfrentadas y llamar al timbre de ambas (también se puede hacer en
puertas interiores si reúnen el requisito de estar enfrentadas).
Hay muchas otras
más y si no te gusta ninguna de ellas, o tu imaginación no alcanza a pergeñar
una que termine de convencerte, siempre puedes acudir a los “artículos de
broma” que para dicha festividad proliferan por todas partes, fundamentalmente
en comercios dedicados a disfraces y golosinas.
En definitiva, el
paso del tiempo ha convertido esta festividad de origen religioso, de razones
dolorosas, en un día desenfadado (aunque algunos se enfaden) para divertirse y
estrechar relaciones interpersonales entre el bromista y la víctima, por
supuesto siempre que “la inocentada” no resulte lesiva para quien la padece,
tanto en su integridad física como en su dignidad personal.
Una festividad que arranca
de un hecho cruel como es una matanza infantil; lo lamentable es que algo que
de suceder fue hace 2012 años siga siendo una realidad, como una maldición
crónica, la masacre actual de inocentes tiene su clara expresión en los
millones de niños que cada año mueren abandonados a la miseria, el hambre o las
enfermedades y todo ello ante la pasividad de los que nos autodenominamos el “mundo
desarrollado”.
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