RICOBLOG

RICOBLOG

domingo, 19 de mayo de 2013

VANIDAD CON "V" DE VIRUS



¿Qué es vanidad? ¿Arrogancia, presunción, engreimiento, soberbia…? Para empezar, lo que tengo claro es que es un concepto que viene acompañado de fecha de caducidad y que siempre termina desembocando en la insustancialidad. La vanidad es la cualidad de aquello que es vano, hueco o vacío. Si aplicamos el término vano a un fruto de cáscara, nos estaremos refiriendo a un fruto cuya semilla o sustancia interior está seca o podrida, pero… ¿Qué alcance tiene al aplicárselo a una persona?
Cuando hablamos de la vanidad de las personas lo estamos haciendo de la creencia excesiva en las habilidades propias o la pretendida atracción causada hacia los demás. Es un tipo de arrogancia, engreimiento, una expresión exagerada de la soberbia. La vanidad consiste en depositar la confianza de forma excluyente en las cosas mundanas.
En algunas enseñanzas religiosas se la considera como una forma de idolatría, en que la persona en función de sus deseos y actos mundanos rechaza cualquier ser superior en su vida cotidiana. La historia de Narciso (de donde se ha sacado el término "narcisismo") es un ejemplo demostrativo de lo que puede llegar a ser un completo vanidoso.
Es como un círculo vicioso cuyo principio y final coinciden una y otra vez: “La vanidad es una forma de vanagloria, la vanagloria se basa en el orgullo y el orgullo está basado en cosas vanas”. Lo vano nos presenta siempre una falsa imagen de la persona, nos empuja a considerar como valioso o sobresaliente aquello que no pasa de frívolo mediante riqueza, fama o poder y si lo pensamos un poco, cosas que carecen de solidez y permanencia.
La vanidad es mentirosa y manipuladora, es como un culto a la apariencia, es una coreografía para fingir la imagen que se pretende dar ante los demás, ocultando la inseguridad, la vulnerabilidad y las carencias que se puedan tener, lo que desde luego no hace que desaparezcan, la vanidad conduce a la negación sobre la realidad de uno mismo.
Definitivamente, todo aquello que nos empuja a negar o no reconocer nuestros defectos y debilidades no nos va a ayudar en nuestra construcción como seres humanos, más bien nos convertirá en un mero personaje de nuestro devenir cotidiano, a mantener una verdad disfrazada, que nos proporcionará una vida  falsa y más preocupada de lo secundario o accesorio que de lo fundamental o esencial.
La vanidad impide que nos aceptemos y valoremos por lo que realmente somos, la vanidad se conforma y gratifica con el pretendido y a veces supuesto respeto de los demás, relegando el que nos debemos a nosotros mismos, la vanidad propicia que nuestro ego se llene de falso orgullo, el que crece y crece con los halagos que nuestro personaje recibe y de los que nos apropiamos como si verdaderamente fuesen dirigidos a nuestra más intrínseca realidad.
Al final, si alguien nos aplaude, si nos felicita o nos muestra cualquier otro signo de admiración, no lo estará haciendo de nosotros sino de la ficción que hemos creado. Tarde o temprano el bienestar que nos hemos regalado se tornará en malestar, nos hará sentir incómodos al descubrir y finalmente reconocer, aunque nunca lo confesemos, que no es genuino ni sostenible, que no se corresponde con nuestra autenticidad más íntima, esa que venimos enmascarando.
El respeto, La admiración y los posibles aplausos van dirigidos a nuestro personaje que es quién realmente brilla mientras que nuestro verdadero yo permanece en la oscuridad, ¿Acaso esto puede proporcionarnos una felicidad verdadera y permanente?

No hay comentarios:

Publicar un comentario