¿Qué es vanidad?
¿Arrogancia, presunción, engreimiento, soberbia…? Para empezar, lo que tengo
claro es que es un concepto que viene acompañado de fecha de caducidad y que
siempre termina desembocando en la insustancialidad. La vanidad es la cualidad
de aquello que es vano, hueco o vacío. Si aplicamos el término vano a un fruto
de cáscara, nos estaremos refiriendo a un fruto cuya semilla o sustancia
interior está seca o podrida, pero… ¿Qué alcance tiene al aplicárselo a una
persona?
Cuando hablamos de
la vanidad de las personas lo estamos haciendo de la creencia excesiva en las habilidades propias o la
pretendida atracción causada hacia los demás. Es un tipo de arrogancia,
engreimiento, una expresión exagerada de la soberbia. La vanidad consiste en
depositar la confianza de forma excluyente en las cosas mundanas.
En algunas
enseñanzas religiosas se la considera como una forma de idolatría, en que la
persona en función de sus deseos y actos mundanos rechaza cualquier ser
superior en su vida cotidiana. La historia de Narciso (de donde se ha sacado el
término "narcisismo") es un ejemplo demostrativo de lo que puede
llegar a ser un completo vanidoso.
Es como un círculo
vicioso cuyo principio y final coinciden una y otra vez: “La vanidad es una
forma de vanagloria, la vanagloria se basa en el orgullo y el orgullo está
basado en cosas vanas”. Lo vano nos presenta siempre una falsa imagen de la
persona, nos empuja a considerar como valioso o sobresaliente aquello que no
pasa de frívolo mediante riqueza, fama o poder y si lo pensamos un poco, cosas
que carecen de solidez y permanencia.
La vanidad es mentirosa y manipuladora, es como un culto
a la apariencia, es una coreografía para fingir la imagen que se pretende dar
ante los demás, ocultando la inseguridad, la vulnerabilidad y las carencias que
se puedan tener, lo que desde luego no hace que desaparezcan, la vanidad
conduce a la negación sobre la realidad de uno mismo.
Definitivamente, todo aquello que nos empuja a negar o no
reconocer nuestros defectos y debilidades no nos va a ayudar en nuestra
construcción como seres humanos, más bien nos convertirá en un mero personaje
de nuestro devenir cotidiano, a mantener una verdad disfrazada, que nos
proporcionará una vida falsa y más
preocupada de lo secundario o accesorio que de lo fundamental o esencial.
La vanidad impide que nos aceptemos y valoremos por lo
que realmente somos, la vanidad se conforma y gratifica con el pretendido y a
veces supuesto respeto de los demás, relegando el que nos debemos a nosotros
mismos, la vanidad propicia que nuestro ego se llene de falso orgullo, el que
crece y crece con los halagos que nuestro personaje recibe y de los que nos
apropiamos como si verdaderamente fuesen dirigidos a nuestra más intrínseca
realidad.
Al final, si alguien nos aplaude, si nos felicita o nos
muestra cualquier otro signo de admiración, no lo estará haciendo de nosotros
sino de la ficción que hemos creado. Tarde o temprano el bienestar que nos
hemos regalado se tornará en malestar, nos hará sentir incómodos al descubrir y
finalmente reconocer, aunque nunca lo confesemos, que no es genuino ni
sostenible, que no se corresponde con nuestra autenticidad más íntima, esa que
venimos enmascarando.
El respeto, La admiración y los posibles aplausos van
dirigidos a nuestro personaje que es quién realmente brilla mientras que
nuestro verdadero yo permanece en la oscuridad, ¿Acaso esto puede
proporcionarnos una felicidad verdadera y permanente?
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