Un reconocimiento a
la palabra “madre” la más maravillosa del mundo, por lo que significa. Hoy
desearía ser una persona de pluma fácil para poder expresar todos mis
sentimientos.
Hace ya una década
que mi madre no está entre nosotros y aun no me he acostumbrado a su ausencia,
hoy sé que solo puedo esforzarme por vivir con ese vacío que nada ni nadie
podrá llenar, hacerlo una y otra vez desde el eco de los recuerdos, que no son
pocos y me ayudan a contener mis lágrimas, algunas de tristeza pero la mayoría
de amor y admiración.
Si de verdad estuviese
escribiendo una carta debería esforzarme en que fuese contenida para no
quedarme sin papel y sin tinta, pero hay algunas cosas que no puedo renunciar a
decirlas, y quiero expresar lo que he sentido y aun siento. Hoy, en el “Día de
la Madre” me hubiese gustado sorprenderle con una caja de bombones, un ramo de
flores o cualquier otro detalle, pero lo que más me aflige es:
“No poder darte un abrazo y susurrándote al oído,
pedirte perdón por las veces en que fui injusto contigo”.
Es cierto que al
nacer no elegimos madre, pero ellas tampoco eligen hijo, sin embargo, desde el
primer suspiro ellas se entregan sin reservas, mientras nosotros nos tomamos
una larga etapa de nuestra vida repleta de contradicciones y sentimientos
encontrados hasta descubrir que son o han sido lo más grande de nuestra vida y
que resultará imposible reemplazarlas.
Regañinas, castigos
y normas inaceptables, ese era el universo de sensaciones que durante muchos
años percibíamos y empañaba la verdadera realidad, no éramos conscientes de que
esas reprimendas y acotaciones de conducta que se nos imponía eran necesarias y
más dolorosas para ellas que para nosotros, no en vano nosotros solíamos
aliviarnos tras la expresión: ¡Vaya ya está la bruja, como siempre!, bueno esa
o alguna parecida.
Necesitamos muchos
años para reconocer el papel de una madre: Noches en blanco porque estamos
enfermos, compartir nuestras tristezas y celebrar nuestras alegrías, consejos,
y tantas y tantas cosas más. ¿Su objetivo?: Hacer de nosotros personas con
valores firmes, o como ellas nos decían ¡Personas de bien!
No sé si es
procedente ahora, pero solo se me ocurre aquello de “más vale tarde que nunca”
¡GRACIAS MAMÁ!
Aprovecho la expresión “más
vale tarde que nunca” para proclamar un desagravio a la figura de mi padre, nada
exento de los esfuerzos y sacrificios que impusieron mi crianza y desarrollo.
Lo cierto es que por el día del padre estuve tentado por escribir algo similar,
pero me pareció un tanto “ñoño” y desistí de hacerlo, reconozco que después me
arrepentí de ello, por lo que esta “carta” quiero hacerla extensiva a ambos.
¡EN MEMORIA DE MIS
PADRES!
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