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domingo, 12 de mayo de 2013

¿IRONÍA O SARCASMO?



Hace tiempo que pude comprobar lo habitual que resulta la utilización de ironía y sarcasmo como sinónimos, probablemente yo no estaré exento de haberlo hecho también, es más, si utilizas la opción de “Revisar: Sinónimos” de Microsoft Word comprobarás que identifica ironía como principal sinónimo de sarcasmo y viceversa.
Sin ninguna duda ironía y sarcasmo comparten elementos o se sitúan como conceptos nada alejados, pero caben los suficientes matices que incluso en su proximidad les diferencia de manera importante.
Tanto en la ironía como en el sarcasmo encontraremos humor e ingenio, o así debería ser, la contrapartida está en la diferencia, el sarcasmo resulta ser un tipo de ironía y no la ironía misma, al menos es como nos los presenta la RAE.
Para la RAE la ironía es una burla fina y disimulada, consiste en una figura retórica que consiste en dar a entender algo distinto de lo que se dice, para ello se utiliza con delicadeza el contexto, la entonación o el leguaje corporal.
Sin embargo al referirse al sarcasmo lo hace mediante la calificación de suponer una burla sangrienta, ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a alguien o algo, lo que sin duda refleja una brecha conceptual más que considerable respecto a su supuesto o pretendido sinónimo.
Pero en la familia del ingenio, con mayor o menor capacidad de descalificación, podemos encontrar otros conceptos como sátira o retintín, reconociendo en la sátira una censura agria, áspera y mordaz y en retintín ese tonillo y modo de hablar que se utiliza cuando se pretende zaherir a alguien. También podríamos encontrar cierta carga de ironía o sarcasmo en expresiones de las que solemos decir ¡Vaya puya que le ha metido!
Al final, ironía, sarcasmo, sátira, retintín, puya y algún término más que podríamos encontrar configuran un laberinto lingüístico que nos haría difícil definir cuál de dichas figuras retóricas estamos utilizando, aunque como casi siempre lo menos importante es la etiqueta y es que nuestra conducta la marca nuestra intencionalidad y no la denominación que merezca.
En mi opinión, ninguna de las fórmulas mencionadas está exenta de humor e ingenio, pero podríamos hablar de un ingenio y humor de cierta dulzura, de cierta condición agridulce o de indudable sabor amargo.
Otro aspecto que deberíamos tener en cuenta es que tanto la ironía como el sarcasmo varían en función del emisor y del receptor, no hay una fórmula uniforme o universal para construir un juicio irónico o sarcástico y además la interpretación de dichas expresiones vendrá afectada por la forma de ser y pensar de quién lo recibe.
Personalmente apuesto por la ironía, siempre que sea desde la elegancia y el respeto, pero sin caer en el abuso, una utilización desmesurada, a diestro y siniestro, acabará por resultar molesta y nos puede hacer caer, ante los demás, en el engreimiento y faltos de humildad, pensemos que en la ironía también hay una buena dosis de juego, aunque este sea de palabras y no podemos ir por la vida jugando de forma permanente.
Alegres y felices siempre, pero juguetones solo a veces, pues en la vida hay múltiples situaciones de las que ocuparse con seriedad, compromiso y responsabilidad.

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