Cuando hablamos de
suerte estamos hablando de sucesos que pueden o no estar encadenados, que se
producen de manera fortuita o causal y que terminan resultando favorables o
adversos a quién le suceden, de ahí que utilicemos expresiones como “buena
suerte” o “mala suerte”.
Te puede haber
sucedido que un acontecimiento desgraciado en un lugar y a una hora en donde
frecuentemente solías estar, se produzca sin estar presente en él, resultando
por ello indemne y sin perjuicio alguno; estas experiencias suelen justificarse
mediante la suerte, el destino, creencias religiosas, existenciales o
filosóficas; la razón no es capaz de aportar otros argumentos más sólidos y se
hace preciso invocar a fuerzas externas y superiores que amparen fenómenos tal
vez inexplicables.
Pero… ¿Esto es
habitual en nuestra vida cotidiana? La respuesta es NO, en mi opinión las
personas con vitola de tener “buena suerte” son personas optimistas, positivas,
creativas, alegres y seguras de sí mismas, por el contrario las personas con
“mala suerte” suelen ser pesimistas, negativas, tristes, desconfiadas y
frecuentemente enojadas.
El creer en la
suerte como factor determinante de nuestra vida sin duda es un problema, si
procedemos así estamos depositando todo el poder y la capacidad de alcanzar
metas fuera de nosotros, dejándolo al albur o azar de acontecimientos
incontrolables e inciertos. Sin embargo, la buena o mala suerte es un
resultado, es la consecuencia de una forma de ser y no de la conjura de los
astros para beneficiarnos o perjudicarnos, nuestra suerte no es fruto de una
conspiración sino de nuestra “respiración”.
Pensamientos,
actitudes, conductas, y la repetición sistemática de todo ello nos ayuda a
dibujar nuestro camino, o al menos a que encontremos más o menos piedras en él.
Antes de echarle la culpa al camino resulta conveniente reflexionar sobre las
piedras que podemos encontrarnos y decidir entre rodearlas o tropezar con
ellas:
- ¿Qué pensamos de lo que somos y hacemos?
- ¿Cuál es nuestra actitud ante las posibles adversidades?
- ¿Qué conductas o comportamientos me hacen sentirme más auténtico?
Soy consciente de
que las respuestas no son fáciles, sin embargo me parecen imprescindibles para
inclinar la balanza de la suerte hacia el platillo “buena” o “mala”. Todo pasa
por la auto observación, las variables son múltiples pero suele ser suficiente
con poseer algunas de ellas, por ejemplo:
Indicios de “buena suerte”
- Ánimo, vigor, valor, sinónimos de esfuerzo para mantener una actividad orientada a la superación de dificultades.
- Firmeza y perseverancia en las resoluciones y propósitos.
- Capacidad para asumir cambios según las circunstancias.
- Seguridad personal en la lucha frente a posibles obstáculos.
Indicios de “mala suerte”
- Fabricar excusas y culpar a los demás de nuestros errores.
- Ser pesimistas.
- Confiar en que las cosas sucederán, en lugar de hacer que sucedan.
- Exagerar la autocrítica.
Te deseo la mejor
suerte posible, pero sobre todo te deseo que no olvides tu protagonismo en
ella. ¡SUERTE!
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