En principio el día
se presentaba como uno más del curso, otro cualquiera y con sus mismas rutinas,
sin embargo todo empezó a cambiar cuando el profesor entró en el aula y nos
anunció que deberíamos realizar una prueba sorpresa, de forma inmediata todos
entendimos que se refería a un examen inesperado fuera de toda planificación
escolar. Comenzó a repartir las hojas con la parte frontal hacia abajo,
advirtiendo que nadie las diera la vuelta hasta que él explicara en qué
consistía tal prueba.
Sin duda se
respiraba una ambiente tenso y nervioso, cuando en nuestro oídos retumbo de
nuevo la voz del profesor solicitándonos que diésemos la vuelta a las hojas y
miráramos su contenido, simplemente era una hoja en blanco con un punto negro
en medio; daba igual hacia donde miraras, las caras de todos mis compañeros
eran de sorpresa, como supongo que también era la mía, estaban como yo ante
algo incomprensible y sin entender el alcance de la prueba ¿Qué venía ahora?
¿De qué se trataba?
Tengo la sensación
de que el profesor percibió nuestra zozobra, o incluso que era consciente,
desde el principio, que esta iba a producirse y adoptó una posición
tranquilizadora, comunicándonos que se trataba simplemente de escribir una
redacción sobre lo que estábamos viendo.
Sin abandonar del
todo el estado de confusión que nos había provocado el planteamiento, creo que
la mayoría nos centramos en la tarea y comenzamos a pensar y escribir sobre lo
que habíamos visto.
Cuando el profesor
consideró agotado el tiempo preciso para la redacción solicitada recogió todas
las hojas y comenzó a leerlas, una tras otra, en voz alta; confieso que algunas
me parecieron parcas, algunas ingeniosas, otras llenas de humor o de pesimismo
y unas pocas brillantes, pero había un nexo común, todos nos habíamos centrado
en el punto negro.
Terminada la
lectura de todas las redacciones, el comentario del profesor fue: “Este no es
un examen para otorgarles una nota, simplemente pretende ser una lección de
vida para personas abiertas al cambio. Nadie habló de la hoja en blanco y esto
mismo sucede en nuestra vida, la cuestión es ¿Por qué teniendo una hoja en
blanco nos centramos en el punto negro?”
La hoja en blanco
es un regalo que nos da la vida, un gran espacio en el que insertar nuestros
deseos, ambiciones, sueños y todo aquello que creamos qué nos gratifica, sin
embargo y aun representando un espacio minúsculo de la hoja acabamos
centrándonos en los puntos negros, que solo nos proporcionan la decepción con
un amigo, un problema de salud, una dificultad económica o cualquier otra
sensación que nos conduce a la frustración.
Si quieres crecer
como persona debes ser capaz de liberar tu mente de los puntos negros,
reconociéndoles pero impidiendo que todo se te vuelva oscuro, has de aprovechar
el resto de la página y centrarte en el blanco donde tu escritura será nítida.
¡Esto es lo que te podrá hacer feliz!
Las caras de todos
se habían iluminado y la tensión inicial había desaparecido, incluso podían
apreciarse gestos de conformidad y agradecimiento con la experiencia a la que
nos había sometido el profesor, sin duda fue la mejor lección del curso.
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