“Yo soy yo y mis
circunstancias” sin duda una de las citas más desgastadas y utilizadas del
acervo popular, incluso objeto de un uso desmedido y a veces inapropiado, pero
antes de adentrarme en ella me gustaría hacer dos precisiones; la primera es
que la cita original no pluralizaba y que además no se ha popularizado de forma
completa cuando lo más interesante de de esa afirmación es su segunda parte.
Dicho esto me gustaría reivindicar la frase completa que no era otra que: “Yo
soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo”.
Solo puedo rendirme
ante la capacidad de síntesis y precisión a la hora de expresar un pensamiento
como el legado de nuestro celebérrimo filósofo Ortega y Gasset; mi lectura es
que pretende una comunión entre dos doctrinas enfrentadas desde tiempos
inmemoriales, el racionalismo (lo que pienso) y el vitalismo (lo que vivo), tal
vez podría haber sido más explícito, aunque para mí el mensaje es claro, ambas
concepciones son necesarias para dar sentido y explicar la vida en su
totalidad.
Circunstancia es
todo aquello que influye al yo, sin ser el yo, circunstancia es el círculo
vital en que toda persona ha de desenvolverse: cultura, historia, sociedad…,
con todas sus creencias, valores, usos y opiniones. La circunstancia se
encuentra en el mundo al que nos toca llegar y nuestro “yo” se va forjando en
ese mundo, sería insensato pretender la idea de que somos independientes de
dicha realidad.
Desde luego no me
refiero al mundo en su ámbito cósmico, sino al mundo que percibimos y a como lo
hacemos; esto hace que ni el mundo ni yo seamos independientes el uno del otro
y que aunque mi influencia en el mundo sea infinitamente menor que la del mundo
en mi “yo”, no me exime de la responsabilidad de ocuparme de mi circunstancia.
No hay mayor error que asumir que las cosas serán por sí mismas y con
independencia de que me ocupe de ellas o no.
La mayor
circunstancia que ha de negociar una persona es su propia vida, negándose a
entenderla como un mero sobrevivir inmerso en una extraña y misteriosa sucesión
de cosas ajenas e inevitables ¡Sí, La circunstancia existe, pero nuestro “yo”
también!
Cuando alguien hace
como propia la expresión o sentencia “Yo soy yo y mis circunstancias” (errática
e incompleta) como justificación de lo acontecido, está haciendo uso de lo más
parecido a una rendición, está invocando a fuerzas sobrenaturales, o cuando
menos incontrolables que le impiden ser de otra manera, lo peligroso es cuando
consiste en una mera coartada, cuando nunca se reconocen culpas o debilidades
personales, cuando todo parece proceder de una conjura astral que nos
condiciona y maniata.
“… Y si no salvo mi
circunstancia, no me salvo a mí”, recordemos que esta es la parte olvidada de
la famosa frase y de gran trascendencia, y es que no debemos olvidar que
nuestro comportamiento también tiene un cierto grado de influencia en el
entorno en que nos desenvolvemos. Esta capacidad nos debe permitir elegir la
conducta más oportuna ante las diferentes situaciones, que nos permita acceder
a las soluciones más acordes con nuestros propósitos.
El convencimiento
de que esto ha de ser así será nuestro mayor y mejor aliado. El acudir a la
circunstancia como argumento exculpatorio implica una renuncia a la finalidad
de pelear por ti mismo.
“Yo soy yo y mi
circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo”. Ahora tú eliges, la
circunstancia existe ¿pero cuanto de importante eres para ti mismo?
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