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miércoles, 24 de abril de 2013

CASUALIDAD Vs CAUSALIDAD



Según el diccionario de la Real Academia Española, casualidad es la “combinación de circunstancias que no se pueden prever ni evitar”, y causalidad es la “ley en virtud de la cual se producen efectos”. Pero mientras hay corrientes doctrinales que niegan la existencia de la casualidad (todo ocurre por algo), otras se aferran a ella, mientras aquellas afirman que todo es “causal”, estas aseveran lo contrario.

Otro aspecto interesante lo podríamos encontrar en la frase “Nada es por casualidad” lo que abogaría por una doctrina “causal” y que sin duda todos hemos escuchado en numerosas ocasiones, sin embargo lo más frecuente es encontrar una tendencia mental que nos permite conferir el carácter de “casual” a la mayoría de las cosas que nos suceden, lo que nos convierte en destinatarios de lo inevitable.

También existen teorías que postulan las dicotomías como elementos propicios “para pensar”, y aunque admito la existencia de alternativa como un factor de reflexión y preferible al pensamiento único, la dicotomía es algo que me recuerda el blanco y negro, no sé si es preciso agrupar todos los sucesos en casualidades o causalidades, como si no hubiera nada intermedio, aunque hemos demostrado que nos resulta útil pues nos ayuda a simplificar lo que pensamos y sentimos.

Creo que ambas se dan en nuestro devenir diario y lo importante es acostumbrarnos a clasificarlas convenientemente, por ejemplo:

Si estoy en el súper haciendo la compra y me encuentro frente a frente con una persona que hacía bastante tiempo que no veía, razonablemente pensaré en una casualidad, una coincidencia inesperada. Sin embargo, el hecho de que estés leyendo este Blog, aunque suene un tanto arrogante, no es una casualidad, la causa es que en alguna ocasión has leído algo que te ha gustado y por ello vuelves a entrar.

Dado que la vida no está exenta de un cierto nivel de complejidad podemos confundir casualidad con causalidad y en su distinción hemos de poner nuestro esfuerzo, no somos marionetas en manos del azar (que existe), la vida no es un accidente regido por las coincidencias (que existen); lo primero que hemos de pensar es si el suceso guarda relación con nuestras conductas. Hay quién defiende que la vida es como el eco y te devuelve aquello que lanzas.

La perversidad de la confusión puede conducirnos a considerar que las situaciones incómodas que nos suceden en la vida nos sitúan en posición de víctimas, ante lo injusto que es el mundo con nosotros, lo que no pasa de convertir la casualidad en un alegre canto de sirenas con la pretensión, a veces inconsciente, de que ello aligerará nuestra carga y responsabilidad ante lo que nos acontece, pero esto no siempre es cierto.

Aunque más identificado con el término causalidad no puedo negar la casualidad, no puedo abrazar sin fisuras que todo sucede por algo, que nada pasa por casualidad; por ello creo que con independencia del origen o principio del acontecimiento, ineludible o inferido desde nuestra conducta, lo fundamental es obtener un aprendizaje con independencia de lo que lo ocasione.

Al final nuestro instinto en pos del confort personal nos empuja una vez más a la dicotomía, en este caso entre casualidad y causalidad, esta situación no elimina la obligación de decidir, pero simplifica el número de opciones que nos podríamos plantear, y es justamente ante dicha situación cuando hemos de enfrentarnos a la gran decisión:

¿Me conformo con la comodidad de justificar lo sucedido en función de la casualidad, o antes de hacerlo apelo a la honestidad conmigo mismo por si yo fuera la causa?

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