Tengo la sensación
de que durante bastante tiempo hemos utilizado la “fórmula científica” para
reforzar nuestras explicaciones y afirmaciones, incluso para dotarlas de un
carácter de rigor que nos ayudase a etiquetarlas de “verdaderas”, nada era independiente
de la carga genética, era como si todo fenómeno o suceso solo se pudiese
explicar desde postulados fisiológicos o biológicos.
Mantenernos en esa
postura de considerar dicho aspecto como el único que puede conceder veracidad
a nuestras afirmaciones es desacertado, hay muchos aspectos que las “ciencias
naturales” no pueden avalar o describir del amplio y complejo comportamiento
del ser humano.
Con el tiempo se
han ido haciendo un hueco en el ámbito del argumento y la justificación las
denominadas “ciencias sociales”, disciplinas que tratan distintos aspectos de
los grupos y los seres humanos en sociedad, ocupándose tanto de sus
manifestaciones materiales como inmateriales; sirvan de ejemplo La PNL o La
Inteligencia Emocional.
Es indudable que la
carga genética es una realidad y que el ADN de cada uno contiene una
determinada herencia, información fisiológica y biológica que se transmite y,
que resulta ser un identificativo de la identidad personal de cada uno de
nosotros a partir de la coincidencia de un elevado número de los llamados
puntos significativos, pero son muchas las áreas de la personalidad humana que
la genética y con ella el ADN no pueden abarcar.
Tu fuerza física:
¿Es un regalo genético?, que puede ser, ¿O es el resultado de un trabajo en
gimnasio, a base de método y sacrificio, fruto de una decisión personal? Tu
agresividad: ¿Es un problema hormonal?, que pudiese ser ¿O es una alteración de
tus hormonas por tu reacción violenta y emocional ante lo que percibes no
controlar?
Creo que las
“ciencias naturales” y las “ciencias sociales” no son excluyentes sino todo lo
contrario, pero mientras que la genética nos viene dada y salvo que por
cirugía, o pocos métodos más, podríamos modificar algunos aspectos que nos pueden
influir negativamente, no sucede lo mismo en el terreno emocional, y sin
afirmar que sea fácil, lo que digo es que es posible.
En mi opinión hay
tres estratos en el desarrollo de la persona que no conviene olvidar:
En primer lugar y
como no puede ser de otra manera encontraremos el ADN como herencia genética,
algo que puede condicionar nuestro comportamiento social, pero ya hemos
superado que la evolución solo pueda ser mediante la evolución generativa, el
cambio y desarrollo personal son posibles a iniciativa individual.
Las puertas del
segundo estrato nos las abren la comunicación y el aprendizaje, las personas
actuamos en función del significado que atribuimos, y otros atribuyen, a
nuestras acciones y a las situaciones en las que podemos llegar a encontrarnos.
Y desde luego esto no es exclusivamente biológico, pues no solo influyen
nuestras referencias sino las ajenas.
El tercero es
consecuencia directa de nuestra propia elección, que sin duda vendrá
condicionada por nuestras creencias y por las experiencias vividas así como de
la gestión que de ellas hayamos hecho; la persona es responsable de sus
decisiones, acciones y omisiones.
Si en el primer
estrato las herencias genéticas son de primer orden, en el segundo conviven con
las emociones que experimentas y es en el tercer estrato es donde decides si
eres lo que quieres y podrías ser.