RICOBLOG

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domingo, 23 de diciembre de 2012

TOMANDO DECISIONES



¡Quiero ser el que toma las decisiones! Es algo que me dije a mi mismo desde la niñez hasta la adolescencia. No entendía que siempre fuesen mis padres los que tomaban las decisiones por mí.
¡Quiero ser el que toma las decisiones! La historia se repetía cuando los que tomaban las decisiones eran mis profesores, yo seguía esclavizado por las decisiones de otros.
¡Quiero ser el que toma las decisiones! Más tarde pensé y me dije lo mismo cuando percibía que los que tomaban las decisiones eran mis jefes.
¡Quiero ser el que toma las decisiones! Esa sensación se acervó cuando tuve la sensación de que hasta los legisladores tomaban mis decisiones al marcarme los límites de lo que podía o no podía hacer.
Pero en un momento dado... fui consciente de que yo también estaba tomando decisiones. Y además me cercioré de lo difícil que es el ejercicio de decidir y más hacerlo de forma permanente. Decisiones en mi vida personal, decisiones en mi carrera, decisiones en mi trabajo. También comprendí que detrás de una decisión hay una responsabilidad y un compromiso con aquellos a quienes va a afectar la decisión que acabas de tomar.
Esta última reflexión logró provocar en mi cierto vértigo y recordar la vieja reivindicación, aquella que repetía una y otra vez de ¡Quiero ser el que toma las decisiones! Al constatar que cada vez que tomaba una decisión era como una “acción-reacción” que no solo me afectaba a mí sino que alcanzaba a otros, sentí cierto arrepentimiento respecto a lo que pensé de quienes consideraba que eran usurpadores de mi derecho a decidir.
Fue en ese momento cuando comprendí que no tomaban decisiones por mí, sino que tomaban aquellas decisiones que su responsabilidad les dictaba como las preferibles en cada situación, como las necesarias aunque los afectados pudiéramos no entenderles, pero no he sido consciente de ello hasta comprobar que mis añoradas decisiones, aun considerándolas las más adecuadas podían hacer que algunos pensaran lo que yo pensé y digan ¡Quiero ser el que toma las decisiones!
Admito que dado que nadie es perfecto, padres, profesores, jefes y legisladores pueden cometer errores en algunas de sus decisiones, pero sobre todo padres y profesores (no todos) no eluden su responsabilidad y compromiso con la decisión tomada, por ello esta reflexión me gustaría llegase a considerarse como una disculpa por lo que no entendí y un ensalzamiento a su fuerza y convicción de estar haciendo lo que entienden es preferible.
La toma de decisiones frecuentemente te coloca ante el dilema de elegir entre más de una solución, no sé, pero a mí eso me hizo recordarles; en más de una ocasión me hubiese gustado  contar con el apoyo de mis padres, de algunos profesores y de aquellos jefes que además fueron líderes, ayuda para elegir la mejor opción y no tener que hacerlo en solitario, como sucede la mayoría de las veces que has de decidir.
Mucho de lo que hace tiempo me molestó, sé que me podría haber ahorrado mucho estrés, tal vez podría haber elegido mejor, y aprovechar más los momentos y oportunidades, pero hoy tomo mis decisiones y trato de hacerlo con responsabilidad y compromiso, lo que no va a impedir que otros piensen ¡Quiero ser el que toma las decisiones!

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