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miércoles, 5 de diciembre de 2012

MIS QUIMERAS: "El Propósito"



(Esta entrada se la dedico a Mabel, ya que fue una imagen colgada en su muro la que me inspiró esta historia).

La decisión estaba tomada, ¡No más frenos!, No más barreras!, ¡No más dudas!, ¡Terminaron los impedimentos! Por fin lo tenía claro y no iba a permitir que mis titubeos condicionasen lo que debía hacer para lograr aquello que deseaba. Uuuuffhh, pensar así me hacía sentir bien, me proporcionaba fuerza y confianza en mis posibilidades, estaba convencido de que nada me iba a detener.
En esos momentos noté como mi frecuencia cardiaca se incrementaba de forma considerable; como diría mi amigo Emilio:”Mi patata iba a su rollo”, yo simplemente diría que era un subidón de adrenalina ante la nueva actitud que había decidido adoptar en mi vida. En esos momentos de fervor y máxima vehemencia, algo parecido a una voz interrumpió mi entusiasmo.
“ES IMPOSIBLE”, sentencia que se repitió de forma machacona varias veces, como si el eco tuviese la pretensión de que el mensaje no me pasase desapercibido; solo pude decir: no sé quién eres ni por qué dices eso. Soy yo “EL ORGULLO”, tu orgullo, y me preocupa que puedas dañar tu autoestima por la ausencia de un resultado satisfactorio, es preferible que abandones, de esa manera no sufrirás por un resultado adverso. La voz que me llegaba era lo suficiente alta y firme como para ignorarla, confieso que me afectó pero mi decisión seguía firme.
De nuevo volvió la voz, aunque me pareció que no era la misma, pero coincidía en que su mensaje me llegaba de forma reiterada y se repetía una y otra vez, en esta ocasión decía “ES ARRIESGADO”, me revolví desde la inquietud que me producía y conseguí confesarle que aun estaba bajo los efectos de quién se me había presentado como mi orgullo pretendiendo desanimarme, pero que desconocía la procedencia de esta nueva voz. Soy “LA EXPERIENCIA” tu experiencia, para después añadir: ¿Acaso no recuerdas los revolcones pasados por anhelos no alcanzados?
Aun no me había repuesto de este segundo mazazo a mi determinación cuando surgió una tercera voz, “NO TIENE SENTIDO”, en esta ocasión se trataba de “LA RAZÓN”, intentó de forma más sosegada y conciliadora, que las voces anteriores, convencerme de que emprender un propósito desde la incertidumbre era una conducta de alto riesgo para mi estado emocional; se basaba en el posible impacto a mi autoestima y el recuerdo de anteriores oportunidades fallidas.
Confieso que todo esto supuso un fuerte impacto en mi convicción sobre la decisión que había adoptado, pero algo me hizo reaccionar y le pedí a la RAZÓN si podía reunir a la EXPERIENCIA y al ORGULLO y vernos todos juntos. Tras superar algunas barreras, dado que orgullo, experiencia y razón no siempre son buenos compañeros de viaje, nos encontramos dentro de un espacio previamente convenido, llamado sinceridad.
La primera en hablar fue La Razón, jaleada por El Orgullo y La Experiencia: “Para una vez que no tenemos fisuras entre nosotros y te alertamos de forma conjunta de los peligros que asumes, nos desconcierta la distancia que muestras respecto a nuestros juicios ¿Por qué?”
Decidí ser directo y les dije: Tengo que deciros que he oído una cuarta voz, bueno más bien un susurro, pero que me ha llegado con más fuerza que vuestras reiteradas premoniciones, era “MI CORAZÓN” con un mensaje nada pretencioso, simplemente me alentaba con un ¡INTÉNTALO!
Mi discurso continuó tratando de hacerles entender que no olvidaría ninguna de esas voces, que por supuesto me habían llegado y obligado a pensar, pero quería introducir algunos matices:
Entenderé mi orgullo como dignidad y esta no se pierde por no alcanzar un deseo.
Consideraré mi experiencia como un estimulante proceso de aprendizaje, pero sin permitir que me condicione, sino como una posibilidad de progreso.
La razón de mis actos la basaré en mi dignidad y en mi aprendizaje, conforme yo lo entiendo, pero no serán los únicos factores determinantes, habrán de competir con mis emociones y deseos que también definirán mi acción.
En ese momento las voces se apaciguaron, aunque sin desaparecer, como permitiendo la entrada del cuarto elemento. Pero yo lo tenía claro ¡Hay que intentarlo! Con la dignidad apropiada y recordando lo aprendido, pero sin desestimar la inclinación de las emociones que suelen alojarse en el corazón, sin renunciar a actuar y perseguir lo deseado.

¡No intentarlo resulta ser mayor frustración que el miedo a no lograrlo!

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