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domingo, 9 de diciembre de 2012

EXTRAVAGANCIA



Si yo tuviese que organizar un concierto de música alternativa seguramente elegiría promocionarlo como ¡¡EXTRAVAGANCIA!!, ¿La razón?, porque lo extravagante resulta ser raro, extraño, desacostumbrado, excesivamente peculiar u original. Claro que yo entiendo por música alternativa toda aquella que se contrapone a los modelos más comúnmente aceptados y que acoge un gran número de géneros musicales que se alejan de lo conocido como música comercial. Aunque también soy consciente de que cuando un subgénero alternativo alcanza cotas de seguimiento y aceptación importantes empieza a perder dicho carácter alternativo y va conquistando parte del terreno comercial.
Al extravagante también se le suele denominar excéntrico, etiqueta social que pretende englobar a todos aquellos que nos parecen actuar con patrones inusuales, personas a las que les negamos tener un “comportamiento normal” y en muchas ocasiones es porque nos resulta sencillamente incomprensible su forma de ser o de estar.
La excentricidad es una conducta que puede provenir de una condición innata o pretendida, pero creo que ninguna de las dos condiciones le resta autenticidad, la inclinación o pretensión del excéntrico es separarse de los estándares vigentes y es legítima si responde a una necesidad de quién lo es (innata), y no a una afectación por aparentar lo que no se es (pretendida), que en efecto tampoco le resta autenticidad a su extravagancia pero que se oscurece ante la de los innatos.
El excéntrico “real” no está condicionado por la posible desaprobación que sus hábitos o creencias puedan provocar en su entorno; el excéntrico “afectado” se ve condenado a la permanente vigilancia de que sus pretensiones van por buen camino, un camino que no es otro que el intento de mostrarse distante de las normas sociales por el deseo de forjar una personalidad única.
Pero también existen comportamientos impropios que solemos calificar de excéntricos cuando no lo son. El “no encajar” o la vulgaridad no son conductas excéntricas, no pasan de ser formas de actuar inadecuadas y censurables desde muchas opiniones, opiniones de quienes asumen como correcto unos mínimos de comportamiento de mayoritaria aceptación social, pues suelen venir acompañadas de cierta falta de respeto a dicho modelo admitido convencionalmente.
Sin embargo, es recomendable adoptar una postura de cautela ante lo que nos parece excéntrico, este es un comportamiento que con frecuencia nos puede resultar caprichoso o peculiar, incluso puede llegar a resultarnos molesto por incomprensible, recordemos que hablamos de conductas extrañas o poco habituales. Níkola Tesla con sus numerosas y revolucionarias invenciones en el campo del electromagnetismo, Howard Huhges reconocido por sus extraordinarios aportes a la aviación o Albert Einstein considerado como el científico más importante del siglo XX, podrían ser considerados como verdaderos iconos del excentricismo, por no citar la extravagancia de Salvador Dalí. Personajes que en su particularidad eran felices, aunque algunos los trataran de paranoicos o de obsesivos desde la incomprensión de su realidad.
Creo que esto nos recomienda hacer un esfuerzo cuando estamos ante una persona que consideramos excéntrica, sea por la razón que sea, por sus ideas o forma de expresarlas, incluso por la elección de la ropa que utilizan, en su afán de diferenciarse, ¿Es una extravagancia de carácter o es una extravagancia pretendida?
La diferencia entre unos y otros está en su escudo emocional, para los excéntricos innatos es su sinceridad, pueda o no estar confundida, y para los pretendidos es su ambición de apariencia. Yo marcaría esta diferencia: el sincero puedo ser excéntrico y el pretendido es extravagante, aunque académicamente no me sienta acompañado por la RAE.

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