Sí, se ha “armado
el belén” por el pretendido o supuesto “DESARME DEL BELÉN”; “pretendido” si
realmente es cierto que Benedicto XVI se ha pronunciado en ese sentido y
“supuesto” porque al parecer no hay verificación de tal hecho. Si tal hecho
resultase cierto me parecería patético y si fuese al contrario me parecería
triste. Patético porque hay temas mucho más importantes y prioritarios en el
mundo, o triste porque reflejaría la querencia humana de dejarse llevar por los
rumores, por muy torticeros que sean estos.
Las diferentes
opiniones que yo he leído, incluso visto por TV, no se refieren solo a que la
mula y el buey no existieron, sino que no hubo pastores que acudiesen a los
cánticos celestiales, que la estrella era una supernova por lo que tampoco
pintaba nada el ángel que la sustentaba y que los reyes magos de oriente, ni
eran reyes ni magos y que procedían de Andalucía, más concretamente de Huelva y
aunque les sobra gracia y salero para hacerlo, desde luego Belén no es el
“Rocío”.
Hay quién argumenta
que el nombre no eclesiástico del Papa es Ratzinger y que siendo alemán como
“La Merkel” eran inevitables los recortes hasta en el “Portal”. Otros apuntan
que si no había mula ni buey aquello no era un establo o pesebre y si lo era
estaba deshabitado, lo que convertiría a María y José en los precursores del
movimiento “okupa” ¿Podrán llegar a ser víctimas de un desahucio que les prive
del pesebre? No faltan los que con un enfoque tal vez más sindicalista apuntan
a un “ERE” desmedido que acabará con el pastoreo en el Belén. Incluso he leído
algún comentario de carácter nacionalista que apuntaba a una estrategia
centralista para terminar eliminando del Belén al “caganer”.
La mejor noticia es
que si todo esto es cierto precisaremos de menos espacio para montar el “nuevo
Belén”, lo que en muchos casos puede resultar un alivio, aunque creo que quedan
asuntos de fondo latentes y de cierta importancia; por ejemplo: ¿Qué pasará con
José?, sí Jesús fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nació de
“Santa María Virgen”, sí José ya no tiene que proporcionar pienso o heno a la
mula y al buey y no ha de hacer de relaciones públicas con pastores y reyes
magos, salvo alguna chapuza de carpintería su papel queda relegado al de mero
figurante y por tanto prescindible en época de crisis. Sí yo fuera San José
estaría actualizando mi currículo y le terminaría con una frase: ¡Lo hago como
Dios!
Y ahora tengo un
problema, ¿Como le explico yo a la mula, al buey, al ángel, a los pastores y a
los reyes magos que se deben quedar en la caja en la que llevan un año
envueltos?, han sido nominados para salir de la casa (en este caso del Belén) y
después de tantos años juntos, incluso alguno de ellos descascarillado y que
hay que apoyar en la simulada roca para que no se caiga, pero que es una
figurilla a la que no queremos renunciar pues era de nuestro abuelo, o ese pato
más grande que el río pero al que tampoco hemos querido jubilar, aunque más de
uno al llegar a casa nos dijera aquello de: “¿Y ese pato…?”
Hay un tema más
material, ¿Qué pasa con las letras de los villancicos que todos conocemos? ¿Qué
pasa con un incontable número de obras pictóricas y grupos escultóricos que de
forma queda nos muestran a todos esos personajes? ¿Qué pasa con cientos de miles de figurillas
que en fábricas y pequeños talleres han preparado para estas Navidades?,
confieso que no me preocupa la Sociedad General de Autores ni las grandes
superficies, Pero… ¿Lo notarán los minoristas? Y otro aspecto que además implica
una dimensión emocional, ¿Cómo les explicas a los más pequeños de la familia
que este año no vienen todos al “Nacimiento”?
Yo tengo mi
decisión tomada, este año ninguna figurilla se quedará en la caja, el
nacimiento o belén lo montaré como siempre y desde luego, de la mula y el buey
no me desprenderé nunca. Además tengo el propósito de esperar a que este debate
se serene y empiece a proporcionarme una luz que hoy no puedo ni intuir y me
gustaría conocer el famoso y breve párrafo de la página 77 del nuevo libro del
Papa sobre la infancia del niño Jesús, que algunas autoridades religiosas citan
como desencadenante de tal alboroto (que curiosamente es sinónimo de belén), a
pesar de que otras citan que no se realizan tales afirmaciones.
Quisiera decir que
espero no haber herido la sensibilidad de nadie, esto no tiene ninguna
pretensión ni profundidad teológica, es simple fruto de la permeabilidad que
solemos mostrar las personas a todo aquello que nos cuentan, fundamentalmente
si nos proporciona cierta dosis de morbo y como esa actitud me genera cierto
rechazo he tratado de hacerlo en clave de humor.
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