No voy a negar que
en mis escritos anteriores haya un sustrato personal; en dichos escritos se
encuentran mis valores, mis emociones y la reflexión que hago de todo ello, sin
embargo, en este, he decidido dar un paso más y convertir el texto en una
confesión.
Aun no hace tantos
años que había más de una situación que me generaba una gran intranquilidad y
desasosiego, hoy en día esas mismas situaciones se presentan con menos
frecuencia y abordo la desazón, que puedan generarme, con mayor serenidad.
“Sé
lo que quiero hacer, pero no lo estoy haciendo”
Esta situación es
un estado de incongruencia entre lo que quiero hacer y veo que no hago,
afortunadamente comprendí que esto afectaba a mi equilibrio personal al
trascender a otros ámbitos de mi vida ¿Por qué?
El escenario que
diseña una circunstancia como esta se asimila a la de una gota sobre una masa
de agua tranquila; esta inicia una serie de sucesivas ondas concéntricas que se
va expandiendo de forma imparable y aunque su epicentro corresponda a un solo
aspecto concreto de nuestra vida, esas ondas pueden llegar a invadir otras
áreas en las que no nos sentíamos mal, consiguiendo provocar otras inquietudes,
desconcertantes por inexplicables.
La parte
gratificante es que esta misma teoría es aplicable a las situaciones o
emociones positivas que igualmente generarán sus ondas concéntricas con alcance
sobre el resto de áreas de nuestra vida, equilibradas o no. Esto puede llegar a
ser una solución si las ondas alentadoras pueden subsumir a las que nos
intranquilizan, pero no es menos cierto que pueden resultar insuficientes o
simplemente un bálsamo temporal cuyos efectos terminarán desapareciendo. Las
ondas no son eternas y aunque solo sea una posibilidad, las direcciones de ida
y venida de las diferentes ondas pueden tejer una red de confusión aun mayor.
Potenciar nuestras
emociones personales que generan ondas favorables siempre será beneficioso,
pero el camino más directo es actuar sobre las tóxicas, las que nos llevan a
vivir la incongruencia de lo que queremos hacer pero no hacemos.
La acción directa
me llevó a conjugar tres verbos: Hacer, Mover y Negar:
Es evidente que
para hacer lo que digo que quiero hacer, solo tengo una salida, ¡HACERLO!
Pero no se puede
hacer nada si no es a través de la acción y esta exige un esfuerzo que
posibilite que las cosas cambien de situación. ¡MOVIMIENTO!
Y ¡NO! No necesito
saber por qué no lo hice antes, saberlo podría ser útil pero no es necesario.
Puede haber caminos
más largos o más cortos, lo que no hay es caminos más fáciles. El momento de
soñar con el hada madrina, con la que de una u otra manera todos hemos soñado,
se nos ha pasado. Es el momento de tener claro algo muy simple aunque no
siempre fácil…
No se trata de
atravesar el camino que nos incomoda sino recorrerlo con determinación. Es el
momento de descubrir que somos más que las historias que nos contamos.
¡ME GUSTARÍA ENCONTRARTE EN EL CAMINO!
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