La definición
académica de aburrimiento es: Cansancio, fastidio, tedio,
originados generalmente por disgustos o molestias, o por no contar con algo que
distraiga y divierta.
¿Acaso existe en
este mundo algo más difícil de soportar que el aburrimiento? Muchos dirán que
sí y opinarán que mucho peor es soportar la pobreza, los dolores físicos, las
enfermedades o la vejez, pero también los pobres, los enfermos y los ancianos
se aburren. Y aunque los cambios se sucedan con alta velocidad, el devenir de
los acontecimientos en la persona es lento, repetitivo y habitual.
Algunos definen el
aburrimiento como un estado de ansiedad, el miedo sin objeto, una inquietud
interior. Pero hay algo peor que el aburrimiento: el miedo a aburrirse, por eso
muchos se llevan un libro a todos lados, aunque regresen a casa sin haberlo
abierto, o el móvil del que solo se separan para ducharse o dormir, pero lo
mantienen cerca.
Aquellos que se
encuentran aburridos podrían considerarlo como una mera pérdida de tiempo, pero
generalmente lo consideran aún peor. Por otra parte, puede pensarse que tener
mucho tiempo libre causa aburrimiento. De hecho, el tiempo parece transcurrir
más lento cuando alguien sufre de aburrimiento.
Los programas de
televisión son sustituidos por otros, más invasivos, por falta de audiencia,
los deportes son cada día más peligrosos, el turismo de aventura es cada vez
más arriesgado y el uso de drogas aumenta, parecería que la gente no puede
vivir sin excitaciones y sobresaltos.
Parece que la
persona no puede estar sin hacer algo, simplemente dejándose estar, sólo con él
mismo o compartiendo su tiempo tranquilamente con algún otro ser extraño como
él que esté sin hacer nada. Esto pasa principalmente en las grandes ciudades y
no en los pequeños pueblos, donde la gente todavía duerme la siesta, da de
comer a sus animales, cocina comida casera y se sienta en la puerta para no
hacer nada, solamente para observar a los pocos que pasan. A lo mejor
deberíamos evolucionar hacia una vida más sencilla.
Nunca antes en la
historia de la humanidad el hombre tuvo tantas cosas y tantas oportunidades
como en la actualidad para no aburrirse. Tampoco jamás estuvo tan ocupado. Sin
embargo, el aburrimiento es uno de los mayores flagelos del llamado mundo
civilizado. El aburrimiento está en nuestras vidas porque siempre estamos
deseando “lo que no es” y no disfrutamos “lo que es”, porque necesitamos
cambios, o creemos desearlos.
No voy a negar que
una forma de combatir el aburrimiento sea desterrar la inacción. El problema es
que desde la cuna la persona ha hecho un culto del entretenimiento y de sus
ocupaciones no siempre justificadas, por lo que acaba siendo víctima del
aburrimiento. Esto hace que las personas sedentarias y sin deseos de salir a
realizar unas u otras actividades, sean las que más se sienten aburridas. Es
normal que si siempre estamos inmersos en la rutina terminemos por sentirnos de
esa manera.
Pero no es una
fórmula que venga acompañada de un certificado de garantía total, precisa de
otros ingredientes como disfrutar “de lo que es” y asumir las bondades “de una
vida más sencilla”, a veces, incluso a solas con uno mismo.
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