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miércoles, 4 de julio de 2012

COMO SER UN CASPOSO. PARA SÍ O PARA NO


Cuando decimos de alguien que es un personaje “casposo” sin duda estamos manifestando la desaprobación que nos sugiere su conducta. El verbo popular los etiqueta como “frikis” o “borderline” aunque a mi juicio un casposo resulta ser aquel que “sin ejercer ningún oficio obtiene un beneficio”.
Si apartamos, aunque sea temporalmente, la discusión ética sobre el postulado de que “el fin justifica los medios”, todo apunta a que el fin para todos ellos es el mismo y muchos de ellos lo alcanzan ¡Fama y dinero! Te gusta o te disgusta pero lo conoces; puede incluso que te enerve, pero se permite licencias que tu presupuesto te niega.
El casposo es más inteligente de lo que nuestros parámetros de lo correcto nos permiten admitir, lo que nos conduce a su descalificación; ser un buen casposo exige un método y por tanto disciplina, sacrificio y constancia, valores que siempre reconoceríamos como virtudes deseables si no se utilizasen para algo que nos parece rechazable. Pero el “poder de la caspa” les proporciona lo que para la mayoría de nosotros siempre ha sido un sueño más o menos oculto y nunca hemos logrado ¡Ganar pasta sin dar un palo al agua!
Lo primero que necesita alguien para ser casposo es crearse un rol, un alter-ego o segunda personalidad que llaman los psicólogos; ilustraré este requisito con el ejemplo de Paco Porras quién estudió Filosofía y Teología además de Fitoterapia, Botánica, Homeopatía y Naturopatía y creó su alter-ego como vidente frutícola que lee el futuro mediante las frutas y verduras.
El segundo paso es crear una imagen pública reconocible, deber ser única, inconfundible y coherente con el alter-ego diseñado, podríamos citar como ejemplos a Carlos Jesús o Arlequín.
A continuación necesitamos acuñar una coletilla propia y única, una expresión que se oiga donde se oiga, establezca una conexión inmediata con el casposo al que corresponde, por ejemplo:
            “¡Te voy a poner dos velas negras!” (La Bruja Lola).
            “Yo por mi hija… ¡Mato!” (Belén Esteban).
            “Poooo-ziiiii” (Manuel Reyes “Pozí”).
Un refuerzo importante para el casposo es el de una madre, sea real o contratada, pero capaz de generar una simbiosis que potencie de forma importante el alter-ego del casposo. Nadie dudará que el ejemplo que voy a utilizar en este punto sea Margarita Seisdedos, la madre de todos de los casposos, pero sobre todo “La Madre” de Yurena, antes conocida como Tamara.
Hay dos aspectos más que no resultan desdeñables aunque no imprescindibles. Uno es su capacidad interpretativa y al no tenerla al menos simularla, el otro aspecto tiene que ver con la cirugía plástica, tentación que se acentúa con el ascenso en el ranking de los casposos.
Quién siga estos pasos y logre encaramarse al muro de los casposos puede que llegue a sentir satisfacción por el logro alcanzado, sin llegar a ser consciente de que ha abierto una válvula de escape de lo más íntimo de su ser real ¿Cuánto tiempo se puede mantener lo que no eres mientras te vacías de lo que eres? ¿Qué alimento emocional puede esperar un casposo cuando empieza a perder popularidad?
Lamento que mi pronóstico de futuro para los casposos, a medio o largo plazo, no sea nada halagüeño, pero me preocupa aun más quienes los hacemos posibles. La razón: ¿Divertimento o atracción? Sí es puro divertimento solo se me antojan como mal menor, serían como caricaturas relajantes en una sociedad condenada a una competitividad permanente y a veces agresiva que provoca cierto cansancio, en caso contrario, y espero que así no sea, la conclusión sería mucho más preocupante.
Tú eliges entre el oropel del casposo o el tesoro auténtico de ser tu mismo.

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