Sé que puedo resultar insistente al no ser la primera vez que me refiero a la actitud de la persona y seguro que no será la última, pero es que mi convencimiento pasa por entender que la actitud es el motor de nuestras emociones, de nuestras decisiones y por ello y en buena medida el origen de nuestras experiencias personales.
Parte de nuestra
felicidad o infelicidad está en nuestra forma de interpretar el entorno y lo
que nos sucede dentro de él, lo que sin duda depende en buena medida de nuestra
actitud mental. La actitud mental no depende de factores externos, en realidad
es una decisión ante la vida, es una actitud personal que requiere una
inevitable “toma de decisión” y un más que probable “esfuerzo continuo”; sin
embargo la gente suele externalizarla en función de cómo le van las cosas y
evidentemente esta es una valoración que hacen desde sus expectativas. Es como
juzgar la totalidad del día por su meteorología inicial, pero… ¿Un día que
empieza nublado no puede acabar resultando una jornada maravillosa?, o
viceversa.
La realidad es que
la actitud mental es dicotómica pudiendo ser positiva o negativa y además es cambiante,
la actitud mental reside en una disposición personal ante la vida y esta puede variar.
La actitud mental
positiva se sustenta en los recursos que se poseen para solucionar los
problemas y dificultades sin poner el énfasis en aquello de lo que se carece.
Una actitud mental positiva impide que lo que está fuera de nuestro alcance
influya en nuestras decisiones y nos ayuda a esmerar la forma en cómo nos
expresamos de los demás y de nosotros mismos.
Recuerdo una frase
que hace muchos años leí y que pienso describe la esencia de una actitud mental
positiva, la frase venía a decir algo así como: “Decisión para cambiar aquello
que puedo cambiar, serenidad para aceptar las que no puedo cambiar y sabiduría
para distinguir unas de otras”.
Contrariamente, la
actitud mental negativa centra más su atención en aquello que se carece o necesita,
pero lo cierto es que por muy legítimas que puedan ser esas aspiraciones el
enfocarse en ellas no va a eliminarlas, incluso puede generarnos otras.
En lo que tampoco
tengo ninguna duda es que nuestras actitudes conforman nuestra “forma de ser”,
lo que las confiere un papel activo en nuestras relaciones interpersonales, son
nuestras actitudes las que pueden aproximarnos o distanciarnos de los demás en
nuestras interacciones sociales.
Si fueses
consciente de que una parte de ti en estos momentos precisa de lo mejor que
puedas darle: ¿Qué y cómo se lo dirías?, ¿Qué harías o dejarías de hacer a
favor de esa parte de ti?, pues igual que esa parte de ti puede necesitarlo en
determinados momentos, también le sucede a quienes te rodean.
Es primordial poner
atención en las actitudes que adoptamos respecto a los acontecimientos y
objetivos. Una correcta actitud mental positiva propiciará nuestras
posibilidades de éxito, el uso que hagamos de nuestra libertad nos puede alejar
o acercar a nuestros objetivos. Esperar que las cosas salgan bien sin hacer o
cambiar nada, es fantasía.
La actitud mental
positiva es buscar que las cosas cambien a pesar de lo duro que estas puedan
ser por momentos y ello, aun desconociendo cuál será el resultado.