Cuando empecé este
Blog no sabía muy bien por qué lo hacía, tal vez como un desahogo, tal vez
buscando un hueco en el que vaciar mis dudas y paranoias de pensador inquieto,
pero desde luego no pasaba de ser una de esas pequeñas cosas que, por otro
lado, terminan haciéndose sitio en nuestra vida y acaban ayudándonos a
llenarla.
Y es que nuestra
vida está llena de esas pequeñas cosas que como cantaba Joan Manuel Serrat: “Uno
se cree que las mató el tiempo y la ausencia. Pero su tren vendió boleto de ida
y vuelta”, o como proclama Alejandro Sanz: “Hay un universo de pequeñas cosas
que solo se despiertan cuando tu las nombras”. Son esas pequeñas cosas que de
manera consciente o inconsciente quedan como residentes en quiénes somos y que
nos proporcionan o no felicidad, según las entendamos.
Hay quién manifiesta que las pequeñas cosas no le causan
felicidad alguna, que son insignificantes, pero hazte una pregunta: ¿Cuántas
“grandes cosas” suceden a lo largo de tu vida?, si la respuesta es que te
suceden muchas eres víctima del auto engaño, salvo que tu concepto de “grandes
cosas” sea muy liviano, tu día a día como el de la mayoría de los mortales
estará repleto de “pequeñas cosas”, con suerte vivirás una, dos o tres “grandes cosas” a lo largo de tu existencia,
sin duda experiencias maravillosas, pero… ¿Llenarán toda tu vida?.
En mi opinión solo hay un camino, concentrarse en cada
cosa con los cinco sentidos, sean grandes o pequeñas, involucrándonos en todo
aquello que hacemos, cuando ponemos plena atención a lo pequeño o grande que
nos sucede no hay sitio para la apatía o la tristeza; ser capaces de
experimentar la trascendencia de lo simple nos abre un espacio de serenidad.
La vida está en lo que tenemos delante, aquí y ahora,
conviene respirar lentamente y volver a mirar, a veces queremos correr tanto
que nuestra velocidad nos confunde, perseguimos con tanto énfasis las “grandes
cosas” que pasamos de puntillas por encima de esas “pequeñas cosas” sin darnos
cuenta de que nosotros mismos nos estamos robando la auténtica base de nuestra
felicidad.
La perspectiva y sosiego de mi momento actual me han
permitido descubrir la fórmula mediante la cual mis “pequeñas cosas” adquieren
importancia, crecen hasta llenar huecos que en otros momentos me hubiesen
podido parecer vacíos y me piden una dedicación que desde la espera de las
“grandes cosas” me podrían parecer tediosas pero hoy me gratifican.
Y es que la felicidad carece del atributo de la
permanencia eterna, por el contrario es efímera al estar ligada a los
acontecimientos que en ocasiones resultan ser pequeños momentos, la felicidad
no es un concepto que se pueda banalizar porque no es un logro, la felicidad es
un recorrido vital, es una forma de entender la vida sin prejuicios ni reservas
emocionales. A quién le preocupa evidenciar satisfacción ante lo pequeño tiene
un gran problema.
Términos como detalle, simple o sencillo, han sido
determinantes en mi actual concepción de la grandeza de las “pequeñas cosas” Cada
vez estoy más convencido que la felicidad está en las “pequeñas cosas, en
aquellos instantes mágicos que podemos encontrar cada día. ¡Y disfrutar de ellos
es todo un arte!
¿Y tú? ¿Te sientes feliz con cosas pequeñitas del día a
día, disfrutándolas, sin esperar a que llegue "el gran acontecimiento de
tu vida"? Muchas veces, algo pequeñito, aparentemente insignificante, como
un detalle, una sonrisa, una conversación, una flor, un sabor, un olor, un
recuerdo... nos hace sentir felices. ¿A ti también te pasa?
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