Todos contamos en
nuestra “nómina emocional” con un determinado grupo de personas que, como en
una red social, hemos agregado a la categoría de “amigos”, bueno algunos se
agregan solos y también sabemos que muchos no deberían pasar de la categoría de
“conocidos” y otros haberse quedado en la de “rechazar”.
Siguiendo con el
símil de las redes sociales, mi recomendación sería visitar el perfil de
aquellos agregados, bastante automáticamente, como amigos y cambiar la
categoría asignada e incluso llegar a eliminar a aquellos que entre sus rasgos
predomine alguna de las siguientes conductas:
“El protagonismo”:
Es propio de verdaderos actores, su conducta responde a la de presentarse como
el más guapo, el más listo y el que más liga, y esto no solo le hace frívolo
sino intolerante, ya que si en algún momento detecta que eres tú quién llama la
atención, transformará su frustración en ira, procurando encontrar alguna
situación que te ponga en evidencia.
“El gorroneo”: El
gorrón es ese que visita con frecuencia tu “frigo”, se bebe tus refrescos o
siempre va al servicio a la hora de pagar “las cañas”, desde luego no son
peligrosos pero llegan a resultar molestos, si decides no eliminarlo procura no
llevar dinero cuando quedes con él.
“El interés”: El
interesado es una variante del gorrón pero más peligrosa, solo sabrás de él
cuando te necesite y es un experto en encontrar la mejor excusa si en algún
momento fueses tú el que pide ayuda.
“La hipocresía”: El
hipócrita puede tener o no mala intención, puede pretender no herirte o puede
pretender conseguir algo a cambio, pero en uno u otro caso la herramienta es la
mentira y sobre la falsedad, piadosa o interesada, es imposible construir una
verdadera amistad.
“La ausencia”:
Propio del amigo “Guadiana”, aparece y desaparece, por supuesto siempre a su
conveniencia, solo contará contigo cuando no tenga otro plan mejor; no sé como
asimilarás sentirte como una especie de paño caliente.
“La agresividad”:
Poco hay que decir sobre la personalidad del agresivo, y si ya es un problema
su inclinación a meterse en problemas, lo verdaderamente peligroso es que el
día menos pensado el problema será contigo.
“El pesimismo”: Al
pesimista todo le va mal, ya sabes es aquello del vaso medio lleno o medio
vacío, es una persona que suele despertar nuestro instinto de ayuda, pero suele
ser inútil, este tipo de “amigo” no busca soluciones, solo alguien que encaje
estoicamente sus quejas.
“El victimismo”:
Peor que el pesimista, es el que se hace la víctima para reclamar atención, su
mayor objetivo es provocar en los demás un sentimiento de compasión y su frase
preferida es: “lo mío es peor”.
“La
intransigencia”: Propia del controlador, se considera o pretende que se le
considere un líder pero toda su fuerza y condición se centra en desactivar o
evitar la opinión de los demás, ellos y solo ellos creen poder decidir sobre
que, cuando y como hacer cada cosa.
Afortunadamente y a
pesar de todo, la mayoría no son peligrosos si no muestran alguno de esos
rasgos en su grado máximo y suelen presentar cierta vulnerabilidad si se les
administra su propia medicina, no obstante, este no es un remedio eficaz con el
“victima” pues “lo suyo siempre será peor”, ni recomendable con el “agresivo”
al poder provocar un choque de alto voltaje.
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