RICOBLOG

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miércoles, 5 de junio de 2013

PUES YO MÁS...


Yo más, yo antes, yo mejor…, es como mantener una relación de competición con el resto: compañeros, vecinos, amigos e incluso familiares; esa rivalidad puede ser de índole muy diversa, relacionada con los celos y propiciada por la sensación de tener que luchar por lograr la atención de los demás, lo que a veces nos conduce al “caballo grande, ande o no ande”, y es que “nos ponen” las últimas tendencias sean estéticas o tecnológicas, nos pirramos por el “último grito”.

Mientras que hay mucha gente que vive de la moda y de la innovación, también hay mucha que se muere por tenerla y mostrarla, o por lo contrario, es decir, por no poder tenerla, pero el “Yo más…” no se queda solo en lo material, también se apropia de nuestro territorio emocional, “Yo más popular…”, “Yo más simpático…”, etc.

El “Yo más…” siempre viene escoltado por la arrogancia y por la vanidad, pero sin duda es una fórmula comparativa que exige de un entorno con el que medirse para sentir esa percepción de superioridad, cuantitativa (material) o cualitativa (emocional), el problema es que resulta insuficiente y exige de ciertas dosis exhibicionistas, la satisfacción no es plena si nuestra preponderancia no forma parte del dominio público y generalmente nuestro pecado está en esforzarnos en que así sea.

La cultura es la suma de todos los procesos sociales que hace que lo artificial, o elaborado por los seres humanos, parezca natural, pero cubrir un permanente apetito del “Yo más…” se me antoja imposible por lo que de forma ineludible aparecerá en escena la frustración y el correspondiente desasosiego que puede proporcionar el “Otros más…”, mi televisión de plasma ya no es más grande que el de mi vecino, mi coche ya no es el más potente y sofisticado del garaje, mi móvil ha dejado de ser de última generación, tengo que cambiarlo ¡ya!, aunque ahora no me venga nada bien, ahora resulta que Vicente es más ingenioso que yo, etc. 

Pero de donde nos viene ese impulso del “Yo más…”, en mi opinión se transmite de padres a hijos y no por vía genética sino por vía maniática, la era consumista iniciada en la segunda mitad del siglo pasado, y hoy acentuada, empuja a los padres a que sus hijos tengan lo que ellos no tuvieron, y que tengan todo lo que tienen los demás, pero claro, está la consola de Pepito, la bicicleta de Juanito, las deportivas de Alvarito, el inglés de Conchita, las actividades extraescolares de Marisa y por supuesto las notas de Aurora y Gustavo, adelantados de la clase. 

Esa influencia que se extiende desde la etapa infantil hasta la juvenil, pasando por la adolescencia termina dando forma al bucle: Yo más, yo antes, yo mejor…, y tarde o temprano aflorarán sus consecuencias negativas. Por ello, en algún momento hemos de asumir la responsabilidad de nuestro comportamiento porque ha pasado a ser propio y no nos exculpa el que sea una conducta heredada o inducida.

Siempre podemos cerrar un ciclo, y hacerlo porque sencillamente creemos que aquello ya no encaja en nuestra vida, poner un nuevo rumbo. “Parar el carro” y escapar de la espiral pulsando el botón de “reinicio” de los valores culturales, formatear nuestro “disco duro” sin preocuparnos si tenemos más o menos megas que los demás. La dificultad reside en el hecho de primero tener que admitir que el virus “Yo más…” nos ataca, segundo desear eliminarlo y tercero encontrar un antivirus adecuado para hacerlo.
 
Mi receta puede que no sea ni milagrosa ni válida para todo el mundo, sin embargo creo haber logrado resultados óptimos con ella; yo decidí no pelear por desterrar el “Yo más…” tan arraigado, pero sí modificar el contexto de comparación al que lo aplicaba y comencé a hacerlo conmigo mismo y a la vez decidí comenzar a cultivar el “Yo menos…”
Empecé a decirme, desde el convencimiento: “Soy más humilde que antes”, “Soy más comprensivo que era”, “Soy menos intolerante que hace algún tiempo”, “Soy Menos cabezota que solía ser”. Conjugar el más y el menos con respecto a mí mismo, me hace sentirme mejor y me ha aportado mayor riqueza personal.

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