En mi opinión
Dedicación y Desánimo son dos fuerzas que pelean en la misma dirección pero en
sentido contrario, ambas se dan en el terreno de la evolución y crecimiento
personal, pero mientras una tiende hacia los logros perseguidos, la otra te
aleja de ellos.
La dedicación te
proporciona una actitud de esfuerzo por alcanzar un objetivo anhelado, definido…,
una actitud que te empuja a llegar hasta el final; la dedicación representa el
camino del logro, te hace consciente de todas las dificultades a superar, al
menos de que existirán y te exigirán determinados esfuerzos.
La dedicación es un
resultado, no habrá dedicación sí previamente no se ha tomado la decisión de
alcanzar una meta, es preciso una elección y no podemos ignorar que elegir no
es nada fácil, cuando eliges manifiestas una prioridad que irremediablemente
viene acompañada de una renuncia: “Esto en lugar de esto otro”, si no se
superan las dudas y mostramos una definición clara y contundente, la dedicación
no aparece.
Solo el
conocimiento y la consciencia del mismo te proporcionan acceso a la elección de
forma consistente y con la firmeza precisa para garantizar un componente básico
de la dedicación, este no es otro que la perseverancia, nada apunta a que pueda
resultar un recorrido cómodo, pero creo que desde luego es el único para
llegar.
Por lo contrario el
desánimo conduce al abandono de anhelos, es una inclinación propia del ser
humano, aspectos como las dificultades y los prejuicios nos pueden arrastrar a
la parálisis o al abandono de objetivos, y esto siempre se mueve en dirección
contraria a la dedicación.
Contrariamente a la
dedicación, el desánimo es universal y contagioso (como los bostezos). Es
universal porque no atiende a edad, nivel socioeconómico, sexo o cualquier otro
factor propio de la persona, todos somos susceptibles de decidir no iniciar o
continuar un nuevo camino y es contagioso porque el “desanimado” es capaz de
argumentar y justificar lo injustificable, lo que suele calar en su entorno.
Además, para las
personas proclives al desánimo, esto representa un proceso repetitivo, no suele
ser un episodio permanente que sería patológico y requeriría de ayuda
profesional, sino como una especie de luces rojas que se encienden ante
indecisiones o falta de voluntad que se presentan o pueden hacerlo de forma
intermitente. Pero avanzar con demasiadas luces rojas puede resultar tedioso e
irritante, elementos básicos de la frustración.
La dedicación exige intensidad, convicción y fortaleza.
El desánimo proporciona amargura, desilusión y tristeza. La dedicación
perfectamente podría ser sinónimo de esfuerzo, el desánimo podría serlo de
desesperanza.
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