No tengo la menor
duda de que todos deseamos la felicidad, anhelamos encontrarnos en ese estado
de ánimo que nos complace, sin embargo dicho estado, a veces, nos proporciona
un cierto sabor agridulce, junto a ese estado satisfactorio por el que incluso
suspiramos, presentimos la sombra de un cierto temor a que se desvanezca.
¿Por qué nos sucede
esto? ¿Cómo podemos hacer más firme nuestro estado de felicidad? ¿Cómo
minimizar esa sensación que nos puede evitar disfrutar plenamente de una
situación tan deseada? Seguramente sería recomendable reflexionar sobre los
motivos que propician que esto suceda.
En mi opinión,
nuestro gran carcelero es el adverbio “Cuándo”. Él es el responsable de
amortiguar nuestro presente, proyectando nuestra imagen de felicidad hacia el
futuro y nos decimos una y otra vez: “Cuando llegue…”, “Cuando tenga…”,
“Cuándo… Cuándo… Cuándo…”, un soniquete machacón, probablemente poco intenso
pero continuado, que cercena nuestra capacidad de disfrutar del presente, a la
espera de que lo que soñamos y deseamos sea una realidad.
Una fuerte
fragmentación entre nuestro presente y nuestro futuro, puede acabar
convirtiéndose en una fuente de infelicidad; personalmente defiendo la
necesidad de tener sueños y más concretamente metas y objetivos de futuro que
nos proporcionen un carácter de propósito y compromiso con nuestra vida,
incluso confiando en el feliz resultado final, pero con la mesura suficiente
que no imposibiliten o nublen apreciar las oportunidades del momento.
Es ahora, en este
momento, cuando hemos de ser capaces de apreciar y disfrutar de todo lo que nos
rodea, familia, amigos, compañeros, emociones y cuantas situaciones o cosas se
te ocurran añadir a esta lista, ¿Por qué si no es ahora? ¿Cuándo?, nada te
garantiza que en el futuro vas a ser capaz de valorar y disfrutar de lo que te
acontezca.
El peligro de una
conducta feliz basada en el futuro supone caer en el “esperar” de forma
permanente, sin embargo la verdadera felicidad reside en disfrutar “del momento
de cada momento”, con sus pequeñas cosas; una caricia, una mirada, una frase,
si lo analizas hay cientos de ellas cada día, abraza las que te hacen sentir
bien y canaliza las demás como simples experiencias de aprendizaje.
Si no eres capaz de
ser feliz ahora con lo que tienes, ¿Qué garantía tienes de ser feliz con lo que
te gustaría tener? Y si además no lo consigues o es diferente a lo que
esperabas, encontrarás frustración en lugar de felicidad ¡Lucha por lo que
sueñas! ¡Pelea por lo que deseas! ¡No te rindas a tus metas de futuro! Pero…
Disfruta y se feliz con tu presente.
La felicidad es reconocer
y alienarse con la esencia de quién se es realmente, sin renunciar a lo que se
quiere ser. No permitas que el futuro te alcance esperando la
felicidad. En ti, y solo en ti, se encuentra la facultad y capacidad para ser
feliz hoy y mañana.
Ser feliz es
acercarte a tu verdadera autenticidad y no a la pretendida ¡LA FELICIDAD DESDE HOY, SIN ESPERAR A MAÑANA!
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