Cuando nacemos la
vida nos proporciona un kit para su recorrido, es decir, recibimos un conjunto
de artículos y utensilios para conseguir un determinado fin, en ese kit
encontramos dos compartimentos claramente diferenciados: El de los artículos
que nos trae las adversidades, dificultades y contratiempos, y el de los
utensilios que nos proporciona las capacidades personales y el potencial para
desarrollarlas.
Entre los
artículos, que en definitiva serán obstáculos o barreras a superar, sin duda
encontraremos la apatía, el conformismo, la pereza, en definitiva todo aquello
que puede ejercer una influencia negativa en los diferentes estados de ánimo en
los que podemos llegar a encontrarnos, entre los utensilios hallaremos
herramientas como el esfuerzo, el compromiso, la persistencia, pero para mí la
auténtica “llave Allen” de nuestras capacidades, que también viene en el kit,
es la voluntad.
Sin duda la
voluntad pertenece al terreno del libre albedrío o libre determinación, es la
facultad de decidir y ordenar la conducta personal, es el único antídoto ante
la situación ilusoria de encontrar o conocer atajos y es que los obstáculos o barreras
han de gestionarse y no atajarse, cierto es que se gestionan a base de ilusión,
de esfuerzo, de compromiso, de persistencia, etc., pero todas esas capacidades
precisan de la voluntad.
Cómo seres humanos
estamos capacitados física y mentalmente para lograr metas, pero para ello
hemos de asumir la responsabilidad de pelear por nuestros objetivos y, en mi
opinión, el potenciador de tal opción es la voluntad. La voluntad es la
estructura muscular de nuestras capacidades o conductas, por lo que deberá ser
ejercitada o se debilitará como ocurre con cualquier músculo.
La voluntad precisa
ser cultivada lo que implica esfuerzo y constancia, mantener el músculo de la
voluntad tonificado de forma adecuada nos evitará caer en la frivolidad del
abandono o en la apatía, una voluntad cultivada nos proporcionará la protección
suficiente ante la pereza, la dependencia, las malas costumbres y muchos otros
vicios de alta toxicidad para la persona.
En algún momento
alguien me recomendó algunos ejercicios para fortalecer la voluntad, en
concreto fueron estos:
Crear buenos hábitos: Romper rutinas que sabemos que no nos aportan nada
o que nos perjudican, pero que nos complace hacer, acciones que incluso
internamente nos recriminamos y nos gustaría cambiar, pero a las que volvemos
una y otra vez.
Establecer prioridades: Identificar lo que realmente es relevante, lo
importante para la vida de uno y centrar en ello la atención inmediata para
concluirlo.
Desarrollar conocimientos: Abrir la mente a nuevas posibilidades y aprender de
aquellos que progresan mediante el esfuerzo.
Si a veces te
parece difícil asumir un compromiso, si no siempre encuentras fácil afrontar un
determinado esfuerzo, no debieras olvidar que lo único que lo hace posible es
la voluntad.
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