Cuando las personas nos manifestamos creyentes o no
creyentes tengo la sensación que lo hacemos desde una concepción religiosa y no
desde el origen o condicionante de nuestra forma de actuar. En mi opinión las
creencias marcan el camino de nuestras acciones.
Sin nada que ver con nuestro carácter religioso, todas
las personas estamos vinculadas a nuestras creencias, estas pueden ser
poderosas que nos ayuden a lograr objetivos o limitantes que consigan vetar el
alcanzarlos. Pero siempre una creencia es una interpretación a la que le damos
rango de hecho lo que la convierte en un filtro a través del que vemos la
realidad.
El peligro de las creencias reside en el hecho de
convertirse en juicios automáticos heredados en nuestra educación, las
convertimos en juicios que hemos incorporado a nuestra existencia que las
convierte en automatismos difícilmente controlables, por lo que actúan
habitualmente y llegan a condicionarnos sin darnos cuenta.
Mi esfuerzo tras esta reflexión será: ¿En qué creo o
en qué decido creer?...
No hay comentarios:
Publicar un comentario