Una expectativa se mueve siempre en el terreno de la posibilidad y de la esperanza, es como una falsa promesa que nadie nos ha hecho pero que abrazamos como cierta, algo que confiamos se produzca y si no es así nos genera frustración y hasta enfado, porque la expectativa nos coloca en manos del azar, es como una ruleta que no podemos controlar pero que esperamos nos sea propicia.
Una promesa requiere de un compromiso explícito, no simplemente deseado; una promesa precisa que se haga una petición o una oferta que debe ser aceptada por la persona a quién se dirige, esa aceptación es fundamental; pero para que una petición u oferta obligue a ambas partes es preciso que sus condiciones sean claras y suficientes, no solo que esperamos sino cómo y cuando lo esperamos, pues una indefinición de las condiciones nos puede devolver al mundo de las expectativas.
¿Es posible que si damos por hecho que los demás actuarán conforme a nuestros deseos, estemos construyendo una realidad inconsistente que tan solo nos será confortable hasta que contrastemos que no se produce lo que esperamos?
¿Esperas o pides y ofreces?...
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