RICOBLOG

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sábado, 11 de febrero de 2012

INCONTINENCIA VERBAL


A mí me gusta denominar a la “Indiscreción” como incontinencia verbal, o de forma más popular “largar más de la cuenta”; en un ámbito más académico nuestro diccionario identifica “Indiscreción” como la falta de discreción y de prudencia, mientras que “Discreción” supone sensatez para formar juicio y tacto para hablar u obrar. Implica el don de expresarse con agudeza, ingenio y oportunidad, desde la reserva, la prudencia y la circunspección.
En una sociedad como en la que vivimos en la actualidad en la que se valora de forma especial el estar por encima de los demás, ser escuchado sin escuchar y dar consejos sin recibirlos, existe un alto riesgo de adolecer de la prudencia mínima y aconsejable. En ese contexto no es difícil encontrarse con personas para las que, disponer de cierta información es poseer un “botín” para asumir un protagonismo, aunque este finalmente resulte efímero.
Más allá de una cuestión de buenas o malas formas, la indiscreción es la ausencia de un valor que envilece a quién la practica. La curiosidad, hermana de la indiscreción, es propia del aprendizaje de los niños y una manía de los tontos, que llega a convertirse en intolerable. Hay personas que cegadas por su deseo de saberlo todo se transforman en extremadamente molestas con un sinfín de preguntas indiscretas sobre todo tipo de asuntos de los demás como: su salario, su familia, su vida íntima, etc., y aunque adoptes la táctica de “oídos sordos”, ellas insistirán dos, tres, o cuantas veces sea preciso, hasta que su curiosidad quede satisfecha.
Los indiscretos se convierten en personas insoportables que se hacen acreedoras de la severidad y la enemistad de quienes les rodean, pues terminan siendo consideradas como personas sin delicadeza, que carecen de la más elemental educación y en quienes no se puede depositar confianza alguna.
La indiscreción supone “airear” situaciones de alguna persona o personas, familia o institución, que no deben ser conocidas públicamente, porque las personas interesadas no desean que así sea; pero puede ser aun peor y es cuando el indiscreto, en su afán incontrolado de “mover la lengua”, desproporciona o revela algo que no es real, pues esa conducta atenta directamente contra la dignidad del infamado. En numerosas ocasiones la indiscreción cae en el chismorreo, provocando una cadena interminable de dimes y diretes, opiniones y comentarios, carentes de importancia para la comunidad, pero que pueden llegar a hacer mucho daño.
Como contrapartida, la discreción es una gran cualidad consistente en no ser nunca inoportuno, practicar el respeto a la libertad de los demás y por supuesto a sus secretos. La persona que interioriza la discreción será percibida como leal y poseedora de una virtud que inspira estima y credibilidad. La persona discreta siempre será vista como distinguida y sobria.
Está en nosotros mismos hacer de la discreción un atributo que refleje nuestra conducta y calidad humana no dando a conocer pormenores que puedan poner en peligro la reputación de una persona o institución. El pertinente silencio sobre los aspectos de otros será ese gran aliado que nos permitirá obtener la confianza y el cariño de los demás.

4 comentarios:

  1. Muy bueno Jose Luis. si es que tanto darle al coco de jóven tenía que terminar en algo muy rico y valga la redundancia.

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  2. Gracias a tí, seas quién seas (pues me apareces como anónimo), por tu comentario que me suena a piropo, pero seguro que formas parte de ese gran grupo de cientos de personas que habéis participado en lo que yo hoy soy.
    Un largo abrazo.

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  3. Que contestación más bonita has dado a ese anónimo.
    En este escrito hay un párrafo que me ha recordado mucho a la tia Lolita........... hasta que no se enteraba de todo no paraba tranquila

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  4. Gracias por tu sensibilidad.
    Estoy de acuerdo con lo que dices del párrafo, de hecho me inspiré fundamentalmente en ella al escribir ese pasaje del texto.
    Un largo abrazo.

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