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jueves, 3 de noviembre de 2011

INMEDIATEZ; UN VÉRTIGO PELIGROSO

En estos momentos en que la tecnología parece el timón de nuestras vidas, hay una palabra que con toda probabilidad sobresale de entre la mayoría, y no es otra que “INMEDIATEZ”.

La ubicuidad de la información que nos ofrece Internet, a tan solo un clic, hace que las cosas que antes nos costaban tiempo y esfuerzo, hoy tengan la condición de fáciles e inmediatas.

“LEA HOY EL PERIÓDICO DE MAÑANA”, esto no es sino el reclamo del diario “El Mundo” para promocionar la suscripción de Orbyt, plataforma digital con servicios y contenido exclusivos. ¿Hay mayor inmediatez que adelantarse a mañana?

Hoy resulta tan trascendental lo inmediato, que no hace tanto que la responsable de los servicios informativos de una importante cadena norteamericana, recibió una severa llamada de atención por cubrir la noticia del tsunami de Japón doce minutos más tarde que Twitter. ¡Doce minutos, que barbaridad, toda una eternidad!

¡Ahora todo es para ya!, el mundo no espera, la consigna es correr, correr y correr. La inmediatez que tiene múltiples ventajas, como una moneda, también tiene su cruz; desde mi punto de vista estas son algunas consecuencias:

¿Qué nos garantiza que manejamos una información de calidad, con el suficiente contraste, y no fruto de un falso “gurú” de los que existen a cientos en la Red? Si manejamos una información falsa o inexacta, sin duda nos conducirá a conclusiones equívocas.

¿En qué medida cercena nuestra profundidad de pensamiento? Nuestro apetito insaciable por más y más información puede llegar, por acumulación, a dificultar su correcto procesamiento impidiendo el desarrollo de un pensamiento propio.

¿Qué ha pasado con la presunción de inocencia? Con tanta y tan inmediata información, las personas y los medios se convierten en implacables y se pelean por juzgar y condenar, aunque luego deban retractarse, pero el daño está hecho, la sombra de la duda persistirá para muchos, la honra de alguien inocente ha sido mancillada por la premiosidad de una información “inmediata” y con alta probabilidad de ser inexacta. ¿Pero cómo y quién recompone la honorabilidad del perjudicado?

Otro universo afectado es el audiovisual, en el que hoy en día llega a confundirse el dinamismo con la interrupción. No hace tanto tiempo que un programa, fuese cual fuese, película, concurso o serie, tan solo se interrumpía para facilitar un avance informativo considerado como trascendental, como una tragedia, un golpe de estado o el fallecimiento de una personalidad relevante y que no iba más allá de un enunciado para emplazarte a ver la noticia.

Esas interrupciones excepcionales se han convertido en habituales, merced a la lucha por la inmediatez, y mientras estás viendo como se lucha por preservar la supervivencia del rinoceronte blanco en peligro de extinción, aparece en tu receptor un mensaje que te dice: “En breves minutos estaremos contigo para contarte lo que Belén Esteban opina sobre…”

Al final, y para que la TV no pierda comba con respecto a otros medios de comunicación, como las redes sociales, interrumpe constantemente sus programas con mensajes y subtítulos que anticipan noticias, al final, cuando llega el telediario, noticiero o como cada cadena quiera llamarlo, ya lo han contado todo y por ello la única fórmula que les queda es:

“Cómo les hemos venido anticipando, vamos a contarles…” Y te explicitan lo que te van a contar.

A continuación te lo cuentan.

Y acaban con un… “Les hemos contado…” Y lo repiten de nuevo.

Dos versiones cortas, una para empezar y la misma para terminar y una un poco más larga en medio pero repetitiva de ambas. La pregunta es: ¿Es una necesidad informativa contarte las cosas tres veces, o se trata de cumplir una franja horaria prevista en la programación con un noticiario ostensiblemente vaciado por la competitiva inmediatez con otros medios de comunicación, que les lleva a gotear, minuto a minuto, lo que va sucediendo?

Antes para presumir de cierta personalidad culta se decía: “Yo solo veo telediarios y documentales”, fuera verdad o no, pero lo cierto es que en la actualidad solo nos quedan los documentales y esperemos que por mucho tiempo. El rinoceronte blanco y otras especies se lo merecen. 

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