Creo que está claro que una de las señas de identidad de este Blog es la de ser apolítico y así pretendo que siga siendo, pero no puedo evitar hacer algunas reflexiones sobre los resultados electorales de ayer 20 de noviembre.
Una vez más los resultados ponen de manifiesto el incumplimiento del principio de constitucionalidad que exige el valor igual de los sufragios. Esto implica que el voto de cada ciudadano debe tener una incidencia parecida en la configuración de la representación, independientemente de la circunscripción en que ejerza su derecho al voto.
En el cuadro podemos comprobar cómo UPyD ha necesitado 228.048 votos por escaño y en el caso de IU-LV de 152.801, sin embargo a CIU le han sido suficientes 63.391 votos por escaño y a AMAIUR exclusivamente 47.661, desde luego mi opinión es que los resultados son injustos y desproporcionados.
Esta perversión es el fruto del maridaje de la Ley D’Hondt y la asignación del número de cargos electos por circunscripción electoral, asignación que se realiza independiente y previa a la celebración de las elecciones, con criterios poco transparentes y que viene suponiendo una sobre-representación de los partidos nacionalistas en la “Cámara Nacional”, beneficiándose por presentarse a unas elecciones generales y por tanto de ámbito nacional, en un muy reducido número de circunscripciones electorales y donde tienen una fuerte implantación.
Simplemente mirando el cuadro siguiente veremos que en el caso de constituirse el nuevo parlamento a partir de un sistema sin circunscripciones electorales y un reparto directamente proporcional a los votos recibidos, sin Ley D’Hondt, el PP no habría obtenido mayoría absoluta, el PSOE habría perforado aun más su suelo electoral, IU-LV se convertiría en la tercera fuerza política con 25 diputados y UDyP en la cuarta con 17 y más aun, al existir una circunscripción electoral única, ni CIU, ni AMAIUR ni EAJ-PNV alcanzarían el mínimo preciso para tener grupo propio en la cámara, la consecuencia inmediata habría sido cambiar los denominados partidos bisagra y sus prebendas, por la representación plural de la sociedad española.
Y es que lo de tener o no tener grupo propio en el Congreso de los Diputados no es baladí, ya que permite contar con más recursos económicos y técnicos en la Cámara, independencia a la hora de gestionar sus iniciativas, más tiempo en las intervenciones en los plenos y representación en los órganos de dirección del Congreso. Esta puede ser otra injusticia más del sistema: que UPyD con el 4,93% del total de votos emitidos y alcanzando el mínimo de 5 diputados, no disponga de grupo propio, lo que no les pasará a CIU, AMAIUR o EAJ-PNV, que aun alcanzando el 4,38%, 1,44% y 1,40% de los votos ejercidos, es decir menos que UPyD, al superar el 15% de las circunscripciones en las que se han presentado si tengan dicho privilegio.
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