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martes, 25 de octubre de 2011

LIMPIA, FIJA Y DA ESPLENDOR

Hoy 25 de octubre de 2011, soy consciente de que llevo prácticamente un año cometiendo irregularidades ortográficas y eso, a pesar de ser un aspecto que siempre me ha gustado cuidar: como se escriben las palabras, como han de pronunciarse, como se acentúan y una utilización de los signos de puntuación lo más correcta posible, es cierto que a finales de 2010 conocí que se estaban cocinando algunas modificaciones por parte de la RAE y del resto de Academias de países hispanoparlantes (creo que en total fueron 22 los cocineros).

Al parecer, esas modificaciones entraron en vigor el 1 de enero de 2011, y con más amplitud de lo que yo conocí, no obstante, con independencia de que hayan sido más o no, lo más preocupante es que ha existido una divulgación escasa, por no decir nula, de las mismas, lo que me hace pensar que dichas modificaciones estén siendo utilizadas por una minoría, mientras la mayoría hemos sido desterrados a una especie de “seudo-analfabetismo”, por mantener una ortografía por la que incluso a veces hasta hemos podido ser felicitados.

Creo que no habrá ninguna duda en que la ortografía es un terreno altamente sensible que convierte cualquier reforma en problemática, no podemos olvidar que son normas y reglas que se aprenden, con gran esfuerzo, en la niñez y que incluso durante la adolescencia y juventud, sin excluir la edad adulta, no deja de ser un aspecto árido. Si llevas años poniendo o no una tilde a una misma palabra según que tenga un rol de adverbio o de adjetivo, o de que sea un determinante demostrativo frente a un uso pronominal y ahora eliminan la tilde sea el caso que sea, es como si te estuviesen quitando algo que ya te pertenecía.

Hablemos de la tilde:

Se suprime en el adverbio solo y en los pronombres demostrativos: Ya no deberemos escribir “Tomo café sólo” para decir que es lo único que tomo, escribiremos “Tomo café solo” y tendremos que ir a buscar el contexto (si lo tenemos) para determinar si es lo único que tomo o que lo tomo sin leche.

Supresión de la tilde en la conjunción “o” entre cifras: “eran 5 ó 6”, pasa a escribirse “eran 5 o 6”, según la tipografía de letra o la escritura manual el riesgo de confundir la conjunción con un cero es patente.

Guión, perdón guion, ya no se escribirá con tilde, como por ejemplo riáis o truhán, que deberán escribirse riais o truhan, ya que pasan a ser considerados monosílabos, sin importar que en unas regiones se pronuncien como hiatos y en otras como diptongos.

Pero sin entrar a valorar estas modificaciones, lo que más me llama la atención es que se dice que no se condenará el uso de la tilde en el caso de “solo” o de los “demostrativos”, en casos de ambigüedad (falta conocer quién arbitrará cuando hay ambigüedad y cuando no), sin embargo escribir guion con tilde será considerado una falta de ortografía. ¿Cómo se entiende que una misma norma sea complaciente o implacable en unos casos y no en otro?

Otras modificaciones han sido:

La “i” griega será “ye”, por lo que la “i” latina pasa a ser simplemente “i”.

Ch y Ll ya no son letras del alfabeto, son simplemente “signos ortográficos de dos letras”, por lo que las letras del abecedario pasan a ser 27.

El prefijo “ex” se escribirá unido a la base léxica si afecta a una sola palabra, ejemplos: deberá escribirse “exministro”,  “excónyuge”, etc., salvo que preceda a una palabra compuesta, ejemplo: ex capitán general.

Por último y por no aburrir, hablaré de la pronunciación de algunos paises de habla hispana:  la “b” será “be” y no “be alta”, “be larga”, etc.  Y la “v” será “uve” y nunca “be corta” o “be baja”.

Una cosa es cierta, cuando escribía las palabras conforme a la nueva ortografía mi corrector de texto me la indicaba como incorrecta, no me quiero imaginar con la amalgama y cantidad de versiones instalados en los miles de PC’s, habrá que tener mucha cautela, si a esto le sumamos la anarquía actual hacia la ortografía, maltratada mediante e-mails y SMS, no sé yo donde va a quedar eso de “Limpia, fija y da esplendor”. Por mi parte presiento que en más de una ocasión infringiré las nuevas normas o bien de manera inconsciente o por un mal dominio del espacio de ambigüedad permisivo.

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