No llegamos al mundo rotos, no llegamos al mundo con defectos de fábrica, llegamos como somos, con lo bueno y con lo malo, pero lo bueno y lo malo no son aspectos absolutos, son opinables y dependen de las creencias y valores de cada uno, aunque debiéramos admitir que somos bastante más severos al juzgar las conductas de los demás que las propias.
Es cierto que las personas al nacer somos susceptibles de heredar ciertas conductas automáticas, heredadas genéticamente de los padres, aunque tal vez no tanto, por ejemplo, puedes resultar hermético, expresivo o violento, la gran pregunta sería: ¿Es una carga genética, o es la observación primaria del comportamiento de tus progenitores?
Hay incluso quién cree que hay un condicionamiento astral, tu fecha de nacimiento se rige por un Signo marcado por la correspondiente Constelación astrológica, más el correspondiente ascendente (Para complicarlo un poco más), incluso algunos afirman que esta herencia astrológica te transmite recuerdos de otras vidas; ya supongo que habréis notado que mi forma de pensar no está próxima a estas tesis.
Pero hayas nacido donde hayas nacido, con la carga genética que te haya correspondido, o bajo el signo del Zodiaco que te corresponda, en alguna ocasión de tu vida, probablemente cuando tu juventud te impedía percibir el vacío del mensaje, habrás escuchado esa famosa sentencia “de los mayores”: ¡Tienes que ser mejor!
Lamentablemente tengo que excluir de estas afirmaciones al colectivo de psicópatas y esquizofrénicos, pero la gran mayoría cabemos dentro de la etiqueta de normales (no sé si justa o injustamente) pero es a ese colectivo de teóricos normales al que pretenden hacernos mejor:
Los anuncios y revistas recomiendan como vestir y perfumarse a una mujer para resultar más atractiva.
A los hombres les recomiendan, coches, ropa y perfumes para ser más seductores.
Y a los jóvenes como ser mejor aceptados o más “cool”.
Pero ni estamos rotos ni venimos mal de fábrica, el único problema es que no siempre nos damos como realmente somos, nos ciegan nuestra propias creencias limitantes y enterramos nuestra propia grandeza. Claro que se puede aprender a hacer más cosas y hacerlas mejor, y es deseable hacerlo, pero será auténtico siempre que se haga desde la verdadera identidad, desde lo que cada uno es.
Desde el coaching entendemos que cada personas es un ser completo y capaz de lograr todo aquello que sea coherente con su existencia, su potencial y sus deseos, que cuenta con todos los recursos para poder gestionar su vida, aunque no es menos cierto que se encuentra limitada por ciertas creencias, interpretaciones, experiencias, aprendizajes, hábitos y costumbres, que sin duda han contribuido a su crecimiento, pero que también lo ha limitado, dibujando un campo de acción que cercena su desarrollo potencial. Por eso el coach nunca juzga, ni aconseja, ni presupone, solo ayuda a que todas sus respuestas salgan a la luz para su plena comprensión y asimilación.
Chérie Carter-Scott dijo: “La vida no tiene límites, lo importante es que creas que puedes hacerlo y te concedas la oportunidad de lograr tus metas”.
En mi opinión no hay que plantearse ser mejor, lo que no nos impide tener como objetivo hacer más y mejores cosas, el objetivo debe ser ese, hacer más y mejor las cosas.
¡SOY YO, NO HE CAMBIADO PERO HAGO LAS COSAS MEJOR!
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